Capítulo 1: El susurro

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Un rayo cruzó el nublado cielo. El estruendo podía escucharse en todo el clan. En aquella época del año eran típicas las lluvias torrenciales, pero ésta era diferente, Madara lo sabía. Su hermano aún no había vuelto de su entrenamiento y eso le preocupaba. Izuna siempre había sido muy responsable... pero hacía un par de meses que llegaba tarde de sus entrenamientos. Algo ocurría, pero no estaba seguro del motivo que podía estar retrasando a su hermano.

- Hijo... siéntate a cenar algo – escuchó a su padre con esa voz ronca pero a la vez, con cierto toque de ternura.

- Me preocupa mi hermano. La tormenta está empeorando.

- No te preocupes tanto. Ya sabes que a veces Izuna se retrasa.

- Sí, últimamente está algo extraño.

- Estará preparando algo para sus alumnos. No te preocupes. Vendrá enseguida. Izuna odia las tormentas.

- Lo sé.

Izuna era el ojito derecho de su padre, Madara lo sabía. Era el pequeño de la familia, el niño consentido pero todos le adoraban. A sus veintitrés años, aún seguía pensando como un adolescente. Le gustaba su libertad y odiaba las responsabilidades, pero para su suerte, Madara era el primer hijo, el que heredaría el clan Uchiha, el que tendría que soportar sobre sus hombros las responsabilidades de ser un buen líder para su clan.

Los pasos nerviosos de Madara no dejaban cenar tranquilos a sus padres, pero Tajima trató de no centrarse en su hijo y en cómo miraba la ventana cada vez que la cruzaba. Se le notaba preocupado por su hermano pequeño. Tajima sonrió y posó sus ojos en su bella esposa, que tomaba un sorbo de su té verde.

- La familia Senju está buscando una nueva alianza para su defensa – comentó.

- ¿La familia Senju? – susurró su esposa – son una familia noble, uno de los mayores dominios feudales en estas tierras. Sería muy beneficioso contar con un pacto con ellos.

- Eso mismo pensé yo. Izuna ha decidido asistir a las pruebas.

Madara se tensó al escuchar aquello. Conocía muy bien esas pruebas. Todos los ninja de la región querrían ese contrato porque mantendría a su clan bajo la economía de una casa con grandes recursos. Garantizaría la subsistencia de muchos si conseguían ese pacto. Para los Uchiha era un trato jugoso y sobre todo... algo que tenían asimilado que podrían conseguir. Eran los mejores guerreros a ese lado del arroyo. Todos los clanes temían a los Uchiha pero aun así... también los odiaban. Un clan temido, deseado y odiado al mismo tiempo por su fuerza, su orgullo y su valentía.

- No creo que Izuna esté preparado para esas pruebas – remarcó Madara – debería ir yo.

- No vas a competir tú, Madara – comentó su padre con seriedad.

- Pero papá... sabes que puede morir allí y yo estoy más preparado que mi hermano.

- Tú serás un buen líder algún día para este clan. No voy a ponerte en peligro ni a poner en riesgo a todo el clan. Todos desearían tu muerte para destruirnos. No pondré jamás en riesgo a mi primogénito. Izuna lo hará bien.

- Los otros clanes no tienen nada que hacer contra mí, puedo vencerles a todos.

- Van clanes poderosos, Madara. Nunca hay que subestimar a nuestros enemigos. He escuchado además que los Namikaze querían convencer a los Senju para que les dejasen aconsejarles a nivel político.

Aquello sorprendió tanto a su esposa como a Madara. Hacía años que ese clan estaba prácticamente extinto. Los rumores sobre su debilidad habían corrido como la pólvora por todo el territorio. Ya nadie temía a los Namikaze. Habían sido en su tiempo importantes por su inteligencia, por su puerto y su comercio, pero ahora... ya nadie les consideraba un peligro. Simples comerciantes que no podían defenderse.

El susurro (Naruto, Madara-Minato)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora