El comienzo (Introducción)

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-¿Megan Cooper?-dijo pasando lista el malhumorado profesor Mendez.

De el fondo de la vieja aula de Álgebra del Instituto Eaton High, una pequeña mano se alzó.

Megan Cooper era singular. Su cabello rubio ondulado enmarcaba su hermoso rostro sin imperfecciones, y sus ojos verdes la hacían lucir bellísima. Ella sabía perfectamente eso.

Del otro lado de la habitación, un chico la miraba desde hace un buen rato, era de esperarse ya que era la chica más popular y linda del Instituto.

Aiden Young era su vecino desde que tenía memoria, y al ser de la misma edad, estaban en la misma clase. La gran diferencia entre los dos (aparte de que el era de cabellos negros y ojos grises) es que para el, Megan Cooper llenaba totalmente sus pensamientos.

-¡Aiden Young!- grito el profesor. Inmediatamente alzó la mano distraídamente. El Noto las risas de burla de parte de sus compañeros.
Odiaba ser el centro de atención.

-¡Preste atención señor Young!- volvió a decirle el profesor. El asintió en silencio, mientras volvía a pensar en la hermosa rubia que estaba en su salón.

*****

Ella busco con sus delgadas manos un poco de luz. Quería sentir el calor de ella, pero sólo un rayo de sol se filtraba del viejo techo de la habitación.
Insatisfecha se acurrucó en su rincón favorito y se tocó su corto cabello con sus huesudas manos. Reprimió un grito, mientras trataba de cerrar los ojos e imaginar un hermoso campo en un día soleado, tal y como había leído una vez.

*********

-Felicidades Cameron- sonrió la señorita Maple mientras le entregaba su examen de perfecta calificación. Como maestra de primaria se sentía orgullosa de su mejor alumno.

Cameron Cooper era un niño muy listo, suficientemente como para estar ya en la Universidad, pero el quería ir a su tiempo. Esperaba pacientemente a sus compañeros, como si no le molestara cuanto tardaran en comprender los temas que el ya sabía de memoria.

-¿Ya sabes que serás de grande?- le preguntaban sus maestros.

-Quiero ser abogado, como mi padre.

*******

Todo el mundo sabía que George Cooper era un hombre de mundo. Su despacho de abogados era el más solicitado de la ciudad. Su sueldo le permitía tener todo tipo de lujos.

Era un hombre orgulloso. Presumía tener una encantadora esposa, Rose Cooper, una exitosa decoradora de interiores.

Para los ojos de los demás, el tenía una vida perfecta, un familia adorable y mucho éxito. O al menos eso era lo que creían todos.

Querida Sophie...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora