Te amo desde la primera vez que te vi esa mañana. Me enamoré de ti y tú nunca te has dado cuenta. Te he amado en silencio y he guardado mil y un sentimiento dentro de mi esperando a ser correpondidos.
Nunca lo sabrás mejor amigo, pero ya no te veo...
Bésame y verás las estrellas. Ámame y yo te las doy.
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Un exquisito olor provenía desde los mostradores de la biblioteca. Tengo que confesar que amo el olor que desprenden los libros. Siempre he amado leer.
Cuando era más pequeña, mi madre me acostumbró a leer todas las noches un libro diferente. Me encantaba imaginarme todas esas historias en mi mente y muchas veces me creí ser yo la chica de la cual narraba el escritor. Esa chica que pasaba un sinfín de aventuras, y siempre se enamoraba del hombre perfecto.
Mi madre solía decirme que esos hombres prácticamente perfectos, sólo existían en los libros. Que esas cursilerías eran sólo una fantasía más que se les ocurría a los escritores para engañar nuestra mente.
Con el tiempo comprendí, que tal vez ella decía esas cosas por la situación que había pasado con mi padre, el único hombre que ha amado en su vida. La única persona a la que le había entregado todo, y le falló.
(...)
Unas manos frías tapando mis ojos desde atrás me sacaron de mis cavilaciones. Por los latidos desbocados de mi corazón, supe de inmediato quien era.
Sebastián...
Pronuncié su nombre sin pensarlo dos veces. Él se quedó atónito al darse cuenta de yo no divagué ni un segundo en descubrirlo.
Su dulce aroma a miel provocó que todos los poros de mi cuerpo se dilataran. Lo había visto esta mañana en la clase que tomamos juntos, pero volvió a sorprenderme lo hermoso que estaba.
Me sonrío y pude percibir en su mirada un brillo encantador. Ese brillo que tanto me encanta y que nunca he podido desaparecer de mi mente.
Sentí un cosquilleo cuando Sebas agarró mis manos, perdiendo sus dedos entre los míos. Ese deseo que me surgió de repente de besarlo una y otra vez más no me dejaban tranquila. Al escucharlo hablar nuevamente los cosquilleos de mi cuerpo comenzaron a aumentar.
Aumentaban con descontrol aún más cuando lo que me estaba diciendo hacía que mis ojos empezaran a humedecerse.
Rose ... Esto puede sonar tonto, pero no he dejado de pensar en tus labios ni un sólo segundo.
Esto que estoy sintiendo me gusta ... Y me gusta mucho.
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