-¿Y? No te lo pedí, tú te ofreciste. Además, es lo menos que podrías hacer después de ser tan grosero y querer brincarme en la fila -dije, cruzándome de brazos.

-Entonces, ¿no deberías darme las gracias? -levanta las cejas como si me hubiera olvidado de hacer algo obvio.

-¿Las gracias? ¿Por qué?

-Te compre un café. Y tú fuiste la que insinuó que no tengo modales.

¡Que cabrón!

-Pues no los tienes. Hablas con un tono mandón y no pides las cosas con educación -. Su boca se curvó en una sonrisa. ¿Mencioné que tiene unos labios extremadamente sexys, y deliciosos, y carnosos, y comibles, y... ¿Qué mierda? Ya estoy divagando. Pero entonces me doy cuenta que sus dientes son increíblemente blancos y perfectos y su mandíbula es tan fuerte, marcada y varonil. Para terminar pronto, él es un jodido dios-. ¿Por qué sonríes? -le pregunto, cuando consigo concentrarme de nuevo y suelta una ligera risita.

¿Qué es tan gracioso? ¿Se está burlando de mí? Supongo que sí me he de ver como una completa idiota. ¡Mierda! ¿Pero es que cómo no perderse con su jodida presencia? Es tan imponente, y tan seductor, y tan...

-Sus bebidas -dice el otro chico detrás del mostrador que suena más alegre que el de la caja, y me doy cuenta que de nuevo estaba divagando-. Que las disfruten.

-Gracias -contesto, mientras tomo mi vaso.

-¿A él sí le agradeces? -me dice don mandón con su bebida en la mano y con su sonrisa aún en el rostro.

-Él sí es educado -contesto, mientras me giro y me alejo hacia la salida. Vuelvo a escuchar su risa y volteo sólo un poco para ver que está negando con la cabeza y luego le da las gracias al chico.

~ · ~ · ~ · ~ · ~ · ~

Como dije, no llegué a tiempo para mi primera sesión. Bueno, al menos tengo un latte que conseguí gratis.

Decidí sentarme en una banquita que encontré afuera del edificio mientras espero a que empiece mi próxima sesión.

-Hola -oigo la voz de una chica-. ¿Está ocupado ese lugar? -me dice, señalando el espacio que tengo a mi lado.

Es bastante bonita. Y alta. Supongo que veo a todos altos cuando apenas tengo uno sesenta de estatura. Calculo que ella tiene como uno setenta sin contar su tacones. Su cabello negro está recogido en un bonito chongo y un flequillo cubre su frente, ojos azules, piel blanca y apenas con un ligero toque de maquillaje. Unos bonitos pendientes cuelgan en sus orejas y viste un sencillo vestido turquesa que envuelve su delgado cuerpo y le llega arriba de las rodillas, mostrando sus largas piernas, y trae unos bonitos tacones del color de su piel. Bastante elegante.

-No, adelante -contesto.

-¡Genial! Soy América -. Y se sienta.

-Pepper -le digo sonriendo, y luego tomo un sorbo de mi latte. ¿Por qué pedí un latte?

-¿También es tu primer día?

-Ajám. ¿Qué estudias?

-Soy arquitecta. Estoy en posgrado, ¿y tú?

-Igual. Artes visuales.

-Eso es genial, siempre quise conocer a un artista.

-Los arquitectos también son artistas.

-Hummm -pone cara de que lo está pensando. Es bastante agradable-. Supongo que en cierta manera sí. Tal vez algún día trabajemos juntas.

-Oh no. No querrás arruinar tu trabajo -dije de broma, y ella sonrió.

Huellas en la Piel ©Where stories live. Discover now