01º

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Caminé rápidamente hacia el laboratorio. Jimin me había llamado alterado, tal era el caso, que sus palabras resultaban inentendibles, además del hecho de que había un desastre altamente grave en todo el lugar. Tuve que interrumpir mi momento de relajación, el cual correspondía a las últimas horas de mi día después de unas atareadas doce horas  de trabajo, al parecer y para mí total consternación, a ninguna persona de aquella sala le importaba en lo absoluto. 

El pasillo dejaba en evidencia cuan grave era la nueva noticia y al parecer, todos la sabían menos yo. Bufé en ese momento mientras apresuraba mi andar. La habitación número tres apareció a mi costado derecho y aún con torpeza, coloqué mi mano en el detector de huella. La puerta se abrió de inmediato, mientras todo un circulo de personas, específicamente mis compañeros de laboratorio, cubrían y gritaban a alguien que nunca había visto. 

Jimin salió de entre toda esa gente y me miró con una sonrisa, aunque en su mirada había algo de temor. Había palidecido y su frente brillaba debido al sudor. Se acercó a mí y colocó una de su manos en mi hombro.

—Lo tenemos.

El orgullo que llenó sus ojos de un brillo evidente me cegó, pero incluso cuando sus palabras hicieron eco en mi cabeza, no logré entenderlo. Pasé saliva, mientras todas las personas que formaban aquella multitud, se alejaban del lugar. 

Un chico, no mayor de veintitrés años. Estaba atado en aquella silla, forcejeando entre las cadenas que lo obligaban a permanecer en aquel lugar y encerrado en aquella esfera que le quitaba toda clase de don que pudiese tener y que aún no tuviésemos en consideración. Le observé sin creerlo, con el corazón latiendo fugazmente desde mi pecho hasta mi garganta, su cabello azulado brillaba en contraste con las luces blancas neon, su semblante serio y su ceño fruncido, me observaba tan profundo y penetrante, que incluso por un momento perdí la noción del tiempo. 

—Kim NamJoon— Susurré.

Lo encontramos en las afueras de Seúl— Murmuró Jimin.

Al principio no fui capaz de prestar atención en la información que me daba, me concentré en la persona que tenía frente a mí. Habíamos intentado durante tantos años capturarlo, que francamente a estas alturas, después de casi un año de intentos fallidos y de fuerzas innecesarias, por fin teníamos aquí al mismísimo NamJoon.

No había pasado demasiado tiempo desde que ingresé aquí, quizá sólo un par de años o incluso menos, pero mi acenso había sido rápido. Cuando crearon este lugar, los antiguos científicos de los cuales yo había tomado su lugar, habían experimentado con algo más allá de lo que sus manos podían retener. Nunca fueron conscientes del gran problema que habían creado y del gran error que habían cometido. Por supuesto, su error tenía una hermosa sonrisa y unos hoyuelos encantadores cuando sus labios se estiraban y sus dientes blancos aparecían. 

Hablamos con los encargados del edificio central de laboratorio. Tenemos la autorización de trasladarlo al otro edificio para encontrar la cura. 

Sonreí, mi mirada se perdió en su piel bronceada y en sus largos dedos que se aferraban a lo que tuviese a su alcance, que en realidad, no era mucho. 

Le haré un par de preguntas. 

Jimin asintió, su mirada insegura me siguió en cada paso que daba hasta que por fin salió. NamJoon estaba ahí sentado, aún amarrado, pero a diferencia de hace algunos segundos, ya ni siquiera forcejaba para salir.

Caminé de un lado a otro, a sabiendas de que quizá no sabía que preguntar, pero estaba seguro de que había algo que quería descubrir.

Kim NamJoon había sido el primero de su especie, la mezcla de cualidades diferentes en un mismo ser era altamente peligroso. Al principio, cuando la reciente existencia del experimento había sido conocimiento de todos en aquella sala de laboratorio, era muy poco probable que un ser humano pudiese soportar e incluso sobrevivir a ellos. Principalmente por sus defensas poco cooperativas hacía un virus de alto daño.

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