Capítulo 7

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Magdalena

-Libre soy, libre soy - sonreí mientras cantaba a todo pulmón en mi auto camino a casa.

Porfín el semestre había acabado y tendría mis ansiadas vacaciones por casi un mes, aunque debía de ir unos días a la facultad para cerrar algunos temas administrativos, estaba feliz de que por fin volvieran mis merecidas ocho horas de sueño ininterrumpido.

La última semana había sido una semana horrible, que podría calificar como la peor semana de mi vida entre lamentaciones, exámenes por corregir y tener a mis alumnos persiguiéndome para tratar de mejorar sus notas, pero a final de cuentas solo era tiempo perdido, porque no había forma de que las cosas cambiaran su curso y menos de que yo tuviese algo de piedad con ellos.

Aunque fue una semana terrible, rayando en terrorífica, debo de decir que tuve a alguien que me acompañó y mejoro un poco mis días. Me estaba gustando esta cómoda camaradería que comenzaba a tener con Antoine, aunque habíamos intercambiado un par de mensajes comentando algunas de nuestras fotos o cosas simplemente superficiales, me gustaba hablar con él, me sentía cómoda hablando de cosas simples y tan normales, además de tener el agregado de que era un tipo sumamente agradable.

Mi detective interna había revisado a fondo su instagram y su twitter, pero no había ni una sola fotografía de él, más que una foto en blanco y negro a contra luz donde solo se podía ver su silueta, aunque eso no era importante solo quería darle un rostro a este nuevo personaje que estaba en mi día a día.

Como siempre saludé a Don Luis, el conserje de nuestro edificio, antes de subir a mi departamento para poder darme un baño de tina con una copa de vino mientras escuchaba algo de música tranquila. Merecía este descanso.

-Buenas tardes Señorita Magdalena - Don Luis era un hombre ya mayor, muy respetuoso y siempre preocupado de la seguridad de todos - ¿Cómo estuvo su día?

-Hola Don Luis, tranquilo y estoy feliz de haber terminado todo en mi trabajo - enserio estaba muy feliz, hasta algunos pequeños saltos dí de felicidad pura - ¿hay algo para mi?

-Nada por hoy - se acomodó en su silla mientras sonreía suavemente - ya termina luego mi turno, pero antes quería avisarle que su amiga está esperando arriba. Dijo que estaría esperándola hasta que llegara.

Con un suspiro y pocas ganas de discutir con mi amiga, me despedí de Don Luis y me dispuse a subir a mi piso. Antes de lo que me gustaría ya estaba bajándome del ascensor y lo primero que vi fue a Luciana apoyada en la pared frente a mi puerta.

-Hola - susurró mientras acomodaba su cabello detrás de sus oídos y acomodaba su cartera en su hombro - uhm... como no contestabas mis llamadas, decidí venir a hablar contigo y yo... bueno

Había tenido un gran día y no estaba dispuesta a que ella lo arruinara, pero era mi mejor amiga y como mínimo por educación, debía de escuchar lo que había venido a decirme. Como aún estaba realmente molesta, solamente la mire y abrí la puerta del departamento indicándole con la mano que entrara, como siempre se acomodó en la sala mientras dejaba mis cosas en mi habitación y luego fui a la cocina por dos copas de vino.

-Yo... uhm... solo quería saber como estabas y no se... disculparme contigo por lo que la otra noche - murmuró suavemente mientras tomaba un pequeño sorbo de vino - se que estuvo mal que te hablara de esa forma, pero también tienes la culpa...

Y nuevamente volvíamos al tema de siempre. La culpa siempre es mía.


-Si me vas a venir a dar un discurso sobre algo que no me importa - dejé mi copa sobre la mesa con más fuerza de la que pretendía - puedes irte por donde viniste Luciana.

Tu FrialdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora