Capítulo 2

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El sonido a algo hueco golpeando una madera fue seguido por un intenso dolor en su frente, levantó la cabeza confundida con una mano frotando la zona afectada.

–¡Tendo, castigada por dormirse en clase, salga al pasillo!– ordenó el profesor muy molesto.

Ella se lo quedó mirando como si se tratara de un extraterrestre, sin comprender donde estaba o que había sucedido.

–Señorita Tendo, ¡obedezca!– volvió a decir el hombre impacientándose.

–Akane, ¿qué te sucede?– le susurró Ranma preocupado por la extrema palidez de su rostro.

Ella volteó a verlo lentamente, sin poder creerlo, él estaba ahí, frente a ella, el mismo rostro, los mismos ojos, la misma camisa roja, no había duda de que era Ranma, pero él estaba... y ella debería estar...

–¡Tendo Akane, no me ignore!

–A... Akane, ¿estás bien?– volvió a preguntar Ranma sintiéndose a la vez nervioso y preocupado por la extraña mirada que ella le dedicaba.

Continuaba viéndolo fijamente como si con solo pestañear él fuera a desaparecer. Quería tocarlo, abrazarlo, besarlo, quería sentirlo a su lado, obligarlo a jurarle que nunca se iría, que nunca la dejaría sola. Pero temía moverse, descubrir que él sólo era un delirio ocasionado por la sobredosis de pastillas, y es que todo lo que vivió antes no podía haber sido sólo un sueño, aún podía sentir la textura de la húmeda tierra en sus manos, y el metálico sabor de su propia sangre.

–¡Si no se retira en este momento la suspenderé por tres días!– amenazó el hombre furioso.

–¡No será necesario, ella ya se va!– exclamó Ranma poniéndose de pie –¿Verdad Akane?- le preguntó mientras la tomaba de los hombros obligándola a pararse, y comenzaba a guiarla hacia la salida.

–¡Y no quiero volver a verlos en lo que resta del día!– les gritó el profesor mientras cerraban la puerta, en un intento por recuperar algo de autoridad.

Ya estaban afuera y él retiraba sus manos de los hombros de ella, mientras la enfrentaba viéndola con preocupación. Ella se recostó contra la pared, tal vez todo lo que vio no fue más que una pesadilla, pero la debilidad que había sentido era real.

–Escucha Akane, no te culpo por dormirte en clase de historia, pero al menos deberías evitar meterte en más problemas mientras aún continúas despierta– le dijo divertido intentando contagiarle algo de buen humor, o enojarla para que lo golpeara, o cualquier reacción, lo que fuera para que dejara de verlo de esa forma –. ¿Te sientes mal, que te está sucediendo? ¡Por favor dime!– exclamó al borde de la desesperación, se veía tan lejana, tan débil, tan no ella.

–Tú habías muerto... – respondió sin emoción en su voz –No parecía una pesadilla, era algo tan real...– afirmó viéndolo asustada mientras frotaba la erizada piel de sus brazos.

–Los sueños a veces son muy reales, tranquila aquí estoy y nada me pasará– afirmó con una sonrisa mientras se daba golpes en el pecho para demostrar su gran fortaleza –. Por lo visto tenemos el resto del día libre, ¿quieres ir a comer algo? Podemos regresar más tarde a buscar nuestras cosas- propuso guiñándole un ojo.

Ella se limitó a asentir aún no demasiado convencida, pero cuando intentó dar un paso casi cae de bruces.

–Disculpa, por algún motivo me siento demasiado débil– explicó mientras utilizaba los brazos de Ranma, que la habían rodeado al instante, como punto de apoyo para encontrar su equilibrio nuevamente.

–Descuida, es una buena excusa– comentó despreocupado mientras comenzaba a caminar sin dejar de abrazarla.

–¿Excusa?– le preguntó ella dejándose guiar algo sonrojada por la cercanía.

–Es muy fácil, si alguien nos ve así, diremos que te sentías mal... Así podremos caminar abrazados tranquilamente sin que nadie nos moleste– explicó alegremente aferrándola más contra si.

–¡¿Tú quieres caminar abrazándome?!

–¡Claro, de eso se trata esto de ser novios! Aunque sea un secreto, se supone que hagamos cosas de novios... ¿no crees?– preguntó acariciándole la mejilla luego de cerciorarse de que el pasillo estuviera completamente vacío.

–Ahora sí no entiendo nada...– murmuró ella dejándose arrastrar por él.

Minutos más tarde él regresaba con un par de latas de té helado, ella lo esperaba sentada en una banca del parque aún intentando asimilar tanta información, decirle que no recordaba en que momento decidieron aclarar sus sentimientos, tal vez resultaría algo... ¿cruel?

–Aquí tienes marimacho– le dijo tiernamente mientras le ofrecía una de las latas –. Gracias por el dinero, te lo pagaré en cuanto Nabiki deje de extorsionarme, lo prometo.

–No te preocupes por eso...

–Has estado demasiado callada, te sientes mal ¿verdad?

–No es eso, solo...- comenzó a decir mirando distraída sus manos, en especial la tierra bajo sus uñas –.Aún me afecta ese sueño– finalizó intentando convencerse a si misma de que sólo había sido eso, un sueño.

–Conozco una buena forma de que olvides los malos recuerdos– aseguró tomándole el rostro con ternura –. El otro fue increíble, pero estoy seguro de que podemos perfeccionar nuestra técnica– se acercó a su rostro con sus ojos brillando como nunca.

Antes de lograr percatarse por completo de las intensiones de su prometido, él ya estaba besándola, era tal la ternura con la que movía sus labios y le acariciaba el rostro, que se dejó llevar respondiendo al beso, incluso profundizándolo. Él tenía razón, de esa forma era muy sencillo olvidar cualquier preocupación, ese tan ansiado beso, esa muestra de amor que él le regalaba, ese momento con el que tanto había soñado... se perdió en ese universo en el que sólo existían ellos. Aún así había algo que le molestaba, tanto tiempo esperando ese momento y ahora llegaba sin más, sin que hubieran luchado por ello, al menos sin que ella recordara como logró ganar ese gran tesoro que era el amor de la persona que más quería en el mundo. Pero este momento era demasiado importante como para prestarle atención a tontas inseguridades, así que se dedicó a disfrutarlo como nunca, abrió su boca en un intento por sentirlo con mayor intensidad, y él no perdió oportunidad, sin embargo luego de unos segundos se alejó de ella inexplicablemente.

–Akane... sabes a sangre...– le dijo mirándola asustado –¿Qué está sucediéndote?

Él también podía sentirlo, entonces no eran alucinaciones de su mente, asustada se puso de pie, no podía ser, lo que vivió antes de despertar en clase no podía ser cierto dio un par de pasos hacía atrás mientras su mente trabajaba a mil por hora intentando comprender algo. Pero en ese instante su mundo se tornó borroso, pestañeó un par de veces pero sólo logró que el hasta ahora leve mareo se volviera insoportable. Sin poder evitarlo cayó desmayada perdiendo la conciencia.

–¡Akane!– lo escuchó gritar desesperado, antes de que todo se volviera negro.

Continuará.

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