Capítulo 1

11.3K 786 659
                                    

Helen caminaba entre los pasillos del instituto, intentando ignorar los comentarios despectivos que los demás decían sobre él, creyendo conocerlo, en los oídos de otros.
Suspiró cuando consiguió llegar al aula de matemáticas.

Como siempre, él se sentó en la última fila, al lado de la ventana.
Los alumnos corrían las sillas y mesas hasta estar lo más alejado de él posible.
Helen sacó su libreta de matemáticas, su estuche y su cuaderno de dibujo.
A Helen le gustaba dibujar entre las clases mientras que los profesores explicaban, así que empezó a hacer sus bocetos.
Los profesores sabían que en lugar de escucharlos, dibujaba; pero eso no les suponía un problema, pues la libreta de Helen siempre estaba al día y los exámenes siempre estaban aprobados.

La clase transcurría aburrida, como siempre, hasta que ésta terminó y los alumnos corrían desesperados hasta la salida.
Helen, en cambio, se tomaba su tiempo en recoger y salir.

El chico volvió a suspirar. Ya no le encontraba sentido a nada.

...

Maggie contempló su nueva casa. No tenía por qué ser perfecta, tan sólo habitable.
Sonrió sabiendo que al fin se olvidaría de ese acosador.
S

u padre puso su mano en el hombro de la hija.

-Te prometo que esta vez ese estúpido acosador no volverá a molestarte, cariño -dijo su padre.

La chica le miró y ambos se fundieron en un abrazo paternofiliar.

Tras preparar la casa, Maggie quiso dar una vuelta por los alrededores.
Ya era algo tarde, pero aún había algo de sol, por lo que no estaba tan atemorizada.

El hecho de salir sola por la noche le producía escalofríos. No sólo por la oscuridad o porque paseaba sola, sino porque así es como empezó a seguirle aquel acosador, hasta que se hizo más asfixiante.

Media hora había transcurrido desde que salió de su casa y ya estaba bastante oscuro, así que decidió volver.
Mientras caminaba, escuchaba unos pasos a su espalda. No quiso decir que aquella persona estuviese siguiéndola, pero hizo una prueba: empezó a caminar deprisa hasta cruzar la esquina... y aquél sujeto hizo exactamente lo mismo. Se tranquilizó al ver que éste había tomado otro camino, y en un abrir y cerrar de ojos, aquel sujeto sospechoso se encontraba frente a ella, con una pistola en la mano mientras apuntaba hacia ella.
La chica se quedó paralizada. Sin habla.

-Dame todo el dinero que guardes en ese bolso -pidió, señalando el bolso de Maggie.

Cuando estaba a punto de entregárselo, vio como un cuchillo atravesaba el estómago del sujeto, haciéndolo sangrar y caer.
Maggie abrió los ojos más de lo común, sorprendida.
Mientras el sujeto caía, pudo ver a su «ángel de la guarda». Lo único que consiguió ver con claridad fue una máscara blanca la cual tenía ojos negros y grandes dibujados en ella, y bajo estos, había una sonrisa dibujada color rojo.
Le pareció un personaje bastante tétrico.

Él dijo «corre», y la chica le hizo caso.
Corrió y corrió sin mirar atrás, asustada.
Estas cosas sólo me pasan a mi, pensó.

...

Helen se levantó de la cama y miró alrededor: su cuarto estaba más destrozado de lo común.
Él vivía sólo pues había cumplido la mayoría de edad hace bastante. Aunque ese no fue el único motivo.

Resignado, organizó de nuevo su habitación antes de desayunar y vestirse para otra aburrida mañana, otro aburrido día, y otra trágica noche.

Mientras tomaba el almuerzo, visualizó a una chica que se le hizo bastante familiar, pero no sabía el por qué.
Tenía el pelo castaño y medio, no era muy alta, sus ojos eran color avellana y su piel era algo pálida.
¿De qué le sonaba si, incluso, parecía ser nueva en el instituto?
Dejó de darle vueltas al asunto y se centró en su comida.

Maggie no encontraba lugar donde tomar su almuerzo hasta que tropezó con una chica y le manchó de zumo de manzana.

-¡Lo siento! -se disculpó Maggie.

La chica se miró el vestido apenada, pero puso una sonrisa en su rostro.

-No tiene importancia, tan sólo es una pequeña mancha -dijo.

A Maggie le pareció una chica bastante amable.

-Por cierto, creo que es la primera vez que te veo -observó la chica.

-Es mi primer día en este instituto -asintió Maggie.

-¿De veras?; mi nombre es Marielle, pero me llaman Mary -se presentó.

-Yo soy Maggie, y no tengo apodos -se presentó esta vez Maggie.

Marielle rió y luego miró lo angustiada que parecía Maggie mientras sostenía su bandeja con el almuerzo.

-Ven, puedes sentarte con nosotros -dijo Marielle y ambas caminaron hasta una de las mesas de la cafetería.

...

Maggie deambuló no muy segura por los pasillos buscando el aula de arte, hasta que encontró una puerta decorada de unos dibujos la cual dedujo que sería esa, y no se equivocó.

Al entrar al aula, todo el mundo y había encontrado sitio. Tan sólo habían dos sillas sin ocupar: una al lado de la ventana y otra al lado de la misma.
Maggie optó por sentarse al lado de la ventana pues las vistas le inspiraba a la hora de dibujar.
Mientras ocupaba el sitio, toda la clase empezó a mirar atemorizada. ¿Qué ocurría?
Más tarde, Helen entró en clase -como siempre, el último en llegar- y se encontró con la sorpresa de que una chica se había apropiado de su asiento.
Helen detestaba que la gente tocara lo que era suyo, y aunque aquel pupitre y silla no eran suyos exactamente, lo era parcialmente.
De todas formas, ignoró aquel hecho pues estaba seguro de que la clase se preparaba ansiosa por ver qué ocurriría, así que no ocurriría nada.
Él simplemente tomó asiento al lado de la chica y empezó a sacar lo necesario para la clase de dibujo.
Los alumnos miraban la escena algo decepcionados pues esperaban ver algo de acción, así que voltearon su vista al frente y el profesor comenzó a hablar.

Helen miró a la chica de reojo. Era ella. Era aquella chica que vio en la cafetería, aún no sabía de qué le sonaba.

Maggie empezó a esbozar el dibujo de una flor. El profesor mandó hacer el dibujo de algo que hubiese por la clase o fuera de ésta, y ella simplemente miró por la ventana. Agradeció haberse sentado allí.
Por el rabillo del ojo miró a su compañero, quien estaba muy ensimismado haciendo su dibujo.
Maggie se sorprendió, no esperaba ver un dibujo tan bien hecho.

-Es increíble, ¿has hecho todo eso en tan poco tiempo? -dijo Maggie, impresionada.

Helen se sobresaltó. Nunca dejaba que alguien ajeno al profesor mirase sus obras, así que intentó tapar su dibujo.
Maldecía por no estar sentado al lado de la ventana. Era mucho más fácil esconderlo desde ese ángulo.

-Mi nombre es Maggie -dijo ella, sonriendo.

-Lo estás haciendo mal -dijo él.

Maggie se extrañó. ¿Qué clase de respuesta a una presentación era ésa?

-¿Perdona? -preguntó.

-Si intentas hacer amigos, lo estás haciendo mal -especificó.

La chica arrugó el entrecejó, no entendía nada.

-¿Y cómo debería hacerlo? ¿Acaso hay una forma de hacer amigos en especial? -preguntó Maggie, desconcertada.

-Sí -asintió él y miró a la chica por primera vez a los ojos-. Es muy simple: deja de hablar conmigo -respondió seco y siguió con su dibujo.

Maggie se quedó muda.
¿Por qué quería que dejara de hablarle? Por otra parte, le había impresionado bastante el color de ojos de aquel chico. Eran tan azules que hipnotizaban.

Drawing our Life 『Bloody Painter』Where stories live. Discover now