28✈️ ¡Sorpresa!

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Después un viaje en telecabina, por fin llegamos al sendero que nos pasearía por los hermosos valles y lagos del lugar.

—¿Te gusta?—preguntó Brian, deteniéndose a mi lado mientras observábamos la vista del lago y las inmensas montañas que lo adornaban.

—Es realmente increíble, muchas gracias por todo esto.

Un pesado suspiro salió de él, y entonces entendí que algo no estaba bien.

—¿Por qué fue eso?

Él negó tan solo, sin querer explicarse. Pero era Camile Ferrer, así es que no dejé de insistir hasta lograr fastidiarlo.

—No puedo dejar de pensar en lo de anoche, Camile. Eso no debió pasar.

—Si trato de olvidarlo, supongo que debes hacer lo mismo.

—No permitiré que algo así suceda de nuevo, lo prometo.

Y aunque me daba pavor el encontrarme con el sujeto que una noche antes me atacó, decidí confiar en Brian, en su promesa, en que estaría a salvo, y simplemente disfrutar del último maravilloso día que Zermatt me regalaba.

Continuamos el sendero, entre risas, admiración de paisajes, bromas, cansancio y más. Fue una experiencia completamente diferente a lo que conocía sobre el ciclismo, encantadora.

—¿Sigues odiando a papá en la misma escala o un poco menos?

—Bueno, debo admitir que me sorprendió su habilidad de desplazamiento sobre la nieve.

Reí ante su comentario y mordí el pie de manzana que degustaba con ganas en ese momento.

—La verdad es que ambos me sorprendieron, no conocía este lado en ellos —confesé.

—Tu padre realmente está arrepentido de haberte dejado, lo sabes ¿no?

Asentí mientras lo observaba. Él y Brian hablaban sobre algo en el mecanismo de las bicicletas, a unos cuantos metros de nosotras.

—Lo supe desde su peculiar forma de decirme que estaba aquí—no pude evitar reír al recordarlo— y aunque realmente no siento mucho por él, la oportunidad se la merece. En poco tiempo ha demostrado mucho.

—El desgraciado ha sabido utilizar sus meses en California.

Eché mi cabeza hacia atrás con diversión.

— Tú también deberías darle una oportunidad, es decir, ya no es ese niño que nos dejó por un trabajo en África.

—Pues que tú digas, ha madurado mucho, como que no.

Reí nuevamente, pero esta vez tan fuerte, que atraje las miradas de ambos hombres.

— Tiene espíritu joven, no es pecado. Cuando debe comportarse a la altura, lo hace, y eso hay que aplaudírselo.

—Aun así, Camile, entre nosotros ya no habrá nada.

Sentenció y no decidí tocar más el tema. Era su decisión y yo apoyaría cualesquiera que tomara, así como ella últimamente lo hacía conmigo.

EL PILOTO  ©  Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt