Capítulo trece | Riptide

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—Tres llamadas de Charles —dijo como si eso se lo esperaba. Un poco molesta y decepcionada.

Wesley no sabía si porque eran demasiadas o realmente muy pocas, así que no preguntó y mejor se dedicó a responder todos los mensajes que Mia le había dejado desde las seis de la mañana.

—Quince de mi madre, dos de papá. Una de Joy y decenas de mensajes de Feliz Navidad... Esto es triste —terminó diciendo la rubia.

—¿Por qué? Eso demuestra que te extrañaron, ¿no?

Claire, nadie te extrañó porque cuando me veían creían que era tú, así que prácticamente es como si hubieses estado aquí. No me lo agradezcas. Feliz navidad —leyó con aburrimiento—. Perra maldita —escupió entre dientes mientras tecleaba con rapidez.

—¿Quién envió eso?

—Joy, ¿quién más? —bloqueó el teléfono después de enviar y se cruzó de brazos—. Estoy de mal humor, ¿has visto a Pepino? —talló su ojo derecho con sus nudillos.

—No, de hecho iba a... —dijo él buscándolo a su alrededor.

Un maullido recorrió todo el departamento y ellos intercambiaron miradas de inmediato queriendo adivinar de dónde venía. Maulló de nuevo y algo rebotó en el suelo dándoles a entender que se trataba de un plato de plástico que había caído de algún lugar; desviaron su atención a la cocina donde el enorme gato había subido a esta y se dirigía al fregadero donde los restos de la lasaña de Claire seguían desde la noche anterior.

Wesley inmediatamente tocó su nariz con el dedo índice de su mano izquierda.

—Es tu turno.

La rubia resopló sin muchos ánimos de discutir el tema de los cuidados de Pepino, después de todo, tenerlo había sido su idea y la verdad era que agradecía mucho que el castaño ayudara a ocultarlo, pues aún no sabían cómo decirle a Fred que lo tenían.

Claire dejó caer sus brazos y avanzó hasta la cocina seguida del castaño quién se había planteado el buscar algo para desayunar, además de que había prometido que le ayudaría a limpiar su desastre en su intento de lasaña. La chica entró por la puerta pero se detuvo en esta como si de repente recordara algo y dio media vuelta topándose con el cuerpo de Wesley.

Ambos se quedaron congelados por el momento e instantáneamente miraron por encima de ellos hasta el muérdago que Fred había colgado en el marco como broma. Wesley sintió como se formaba un nudo en su garganta cuando regresó su vista a Claire quien no dejaba esa expresión de sorpresa y que hacía ver sus ojos más grandes de lo que eran.

El castaño solo se dignó a reír un poco nervioso y cerró sus ojos quitando todas esas ideas de su mente.

—No lo hagas —pidió ella en voz baja.

—No iba a hacerlo —dijo de inmediato.

Claire sonrió con bastante malicia. Se puso de puntillas y dejó un pequeño beso en la mejilla de Wesley; de forma rápida y casi como un golpe, el típico beso que una hermana le daría a su hermano mayor por haber sido obligada por sus padres.

—No matemos más las tradiciones por este día —añadió.



—¿Por qué mi cuarto huele a persona vieja?

Wesley arqueó sus cejas sin dejar de ver su desayuno sin muchos ánimos pero con bastante sorpresa a la vez gracias a la frase que acababa de salir de su abuela; miró a su hermano quien estaba a su lado en la mesa de la cocina. Erik sonrió sin dejar de comer, cosa que casi causó que se ahogara.

Un, no muy claro, porqué [ACR #1]Where stories live. Discover now