Danna no puede ayudarnos. Ni siquiera está en consideración intentar hablar con ella sobre el tema. Jota anda ocupado encargándose de algunas lecciones menores y Ashley, además de seguir pálida y estar bastante debilitada, tiene el ojo encima de mí casi en todo momento. Sé que a eso lo hace por obligación, pues si fuera por ella estaría encantada de dejar de perseguirme como a una niñera.

Y Marshall no sé ni qué está haciendo. Es el único con el que puedo contar para pedirle que me enseñe algo, dado lo ocupados que están mis demás amigos; pero todavía me siento extraña a su lado. Hasta me cuesta contactarlo en este enorme edificio. No sé si realmente tiene intención y ganas de pasar el tiempo enseñándome, quizás sólo está esperando a que Kendrick le de la señal.

El decimosexto día, ya no lo soporto más.

Después de deambular sola por los pasillos un buen rato, tomo otro camino y me dirijo hacia el mismo lugar al que fui el primer día que vine aquí. Me topo con la puerta de la oficina de Kendrick cerrada, y con otras tres personas paradas afuera. Me ven como si sintieran pena de lo mucho que voy a tener que esperar para poder entrar, o como si estuvieran aliviados de haber llegado antes que yo. Sin mucho que hacer, me detengo frente a ellos y me apoyo contra la pared, cruzando los brazos y mirando el pasillo con impaciencia. No sé quién estará dentro de la oficina robándose todo el tiempo del líder, pero se toma aproximadamente cuarenta minutos antes de salir por la puerta.

La mujer que estaba primero vacila y se despega con pesadez de la pared, como si su cuerpo ya se hubiera adherido por esperar tanto. Pero no pasan ni tres segundos cuando pego un respingo y me acerco hacia la puerta abierta. Kendrick me ve antes de que entre, con los ojos ligeramente abiertos, y la mujer detrás de mí se queja casi a los gritos. Los otros dos ignisios de la cola no tardan en sumarse al alboroto, y entonces Kendrick se levanta de su escritorio y levanta la mano en señal de disculpas, mientras yo lo observo sin poder evitar mi molestia.

—Por favor, discúlpenla —dice, fingiendo una sonrisa y callando a los tres ignisios, que se quedan quietos como estatuas al verlo—. Estoy seguro de que tiene un asunto muy urgente por atender.

Me echa una mirada inquisitiva y arquea una ceja, esperando alguna explicación por parte mía delante de los tres pobres impacientes.

—No le quitaré mucho de su tiempo, no se preocupe —respondo, sin quitarle los ojos de encima.

Kendrick me sostiene la mirada unos segundos más, y entonces, con un gesto, le pide a la mujer que cierre la puerta.

—No es necesaria tanta privacidad —espeto—. Como le dije, sólo será un momento.

El líder del Gremio suspira mientras vuelve a sentarse en su silla con mucha elegancia.

—Me alegra poder verte de nuevo, Audrey —sonríe, pero su voz suena como si lo hubiera dicho sólo por modales—. No hago esto muy a menudo; quedarme a atender asuntos y recibir visitas, me refiero. Por lo cual muchos aprovechan cuando tengo este tiempo «libre». Espero sepas entender la impaciencia de los demás.

—Usted también debería entender mi impaciencia —suelto.

Kendrick parece sorprenderse un poco, aunque lo disimula casi tan bien como lo hace Fénix. Apoya los brazos sobre el escritorio y se inclina levemente hacia adelante, mientras me mira entornando los ojos.

—¿Cuándo comienzo con las lecciones? —pregunto.

—Pues, verás —responde, muy tranquilo—, hemos estado esperando a que comiences con los otros. Esperamos el momento en que puedas presentarte frente a los demás...

—He estado lo suficientemente atenta como para darme cuenta de la cantidad de alumnos nuevos que han ingresado en estos días —le interrumpo—. ¿Acaso no es momento ya para que realicen su iniciación?

Hawa: Debemos salir a flote | #2 |Where stories live. Discover now