Cap, 1.-¿Eres feliz o sólo sonríes?

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¡No! ¡No..! Era imposible abrir los ojos, cada vez que lo hacía aquel inmenso rayo de luz se lo impedía, pero no quedaba otro remedio, ¡tenía que conseguirlo! Poco a poco, lo iba consiguiendo, desperezándose delicadamente de su diminuta cama, se puso en pie, feliz. Aunque, en seguida su rostro cambió al chocar contra su padre.

-Nívea, ¿pero qué te he dicho? ¡Volverás a llegar tarde al instituto, por 6 vez! Tus amigas ya se han ido, no aprendes.

Como no, así empezaba el día. Las broncas de su padre le sentaban tan mal como el desayuno que tenía que prepararse con las prisas. Estaba comenzamdo el día y lo único que deseaba era que ya acabase. Cogiendo la mochila, salió disparada hasta el instituto, aquel lugar que todos los adolescentes tenían un sentimiento en común; el odio. ¿Cuánto quedaba ya? ¡1 minuto! ¡Y todavía quedaba la peor parte para llegar a su destino. Y tenía razón, antes de poder compadecerse más se topó con aquella panda de insolentes, estos que llegaban siempre tarde al instituto por el mero hecho de fumar, y creerse mejor que el resto.

-Anda, mira a quién tenemos aquí.

Intentaba esquivarlos por todos los medios, pero todos sus intentos resultaron ser fallidos.

Eh.. Llego tarde. -Respondió fríamente, pues no quería mostrarles ninguna pizca de interés por ellos.-

-Tranquila rubia, puedes entrar a segunda hora. ¿O es que nos tienes miedo?

Tragó saliva tras escuchar su estúpida pregunta, ese odioso Luca no había cambiado, ¡era insoportable! Se limitó a ignorarles y seguir su camino, pues lo menos que haría era hacerle el gusto a aquellos idiotas.

¡Mierda! La sirena, acababa de tocar, y ella seguía en el mismo lugar. Cogió aire y carrerilla, llegando al cabo de unos pocos minutos al centro, exhausta. Se acercó hasta el aula 15, la de biología, por suerte su profesora era comprensiva y no la dejaría fuera. Entró sigilosamente, dedicándole amplias sonrisas a su profesora y amigas al entrar. ¡Vaya mañanita! Esperaba que a lo largo del día su suerte mejorase, aunque a esas alturas, ya le parecía algo imposible.

Después de todo un día de apuntes, copias, exámenes, trabajos y demás, Nívea salía sonriente de aquel mundo cruel, rodeada de su gran grupo de amigas. No hacían más que hablar y hablar de chicos y sexo, ¡qué obsesión! Muchas a sus dieciséis años ya habían perdido su inocencia, lo que viene a ser la virginidad. Ella en cambio la sigue conservando, cuando fuese el momento adecuado y con la persona ideal, se atrevería a perderla, hasta el momento, seguirá siéndolo, o eso es lo que ella quiere pensar.
Se sumaron un par de chicos y chicas más al grupo, y uno de ellos llamaba la atención más que ninguno, sin duda era Connor. Aquellos preciosos e hipnotizantes ojos verdes eran irresistibles, casi tanto como su preciosa, y blanquísima sonrisa, adornada por la fina línea que dibujaba la comisura del contornos de sus labios, aquel cabello dorado, y.. ¡Era perfecto! ¿Qué no tenía ese chico? Y no solo era su físico lo que atraía, su personalidad era increíble, bueno, ¡él lo es! ¿Y si..? ¡No! No podía estar enamorada, aunque lo conociese desde hace años.. Le resultaba una palabra "fea", pues una vez cayó en ese trampa del amor y resultó ser tanto herida como perdedora por lo que, nunca más se le había pasado por la cabeza. Pero este chico, este..Era distinto, ¡lo era! Su mirada la delataba, a quién quería engañar. Y, sin darse cuenta Connor estaba frente a ella, fijando su mirada sólo y únicamente en ella, a la vez que mostraba una gran sonrisa, y en su rostro se formaban pequeños hoyuelos, los cuales eran dignos de admirar.

-¡Nívea! ¿Te vienes a dar una vuelta?

-Eh.. No sé.. Yo..

Antes de que pudiese terminar la frase el chico ya había atrapado su mano, entrelazado sus dedos y echado a correr.

¿Eres feliz o sólo sonríes? [ PARADO. ]Where stories live. Discover now