Donato echó una pequeña risita y luego dio un fuerte suspiro.

—Aprendes mucho del pasado Naúm.

La puerta del cuarto se abrió con lentitud, en el marco estaba Ricardo observando hacia afuera y dudando en si salir o permanecer dentro. Ya se veía un poco más calmado y eso me relajaba, no quería más pleitos por parte de él. Donato lo miró para después dirigir su mirada a otro lugar e ignorarlo por completo. Ricardo comenzó a dar pequeños pasos hacia adelante, como si fuese la primera vez que entrara al lugar, como si fuéramos completamente desconocidos. Lo éramos pero por lo menos ya sabíamos un poco de cada uno y él no lo interpretaba de esa manera.

Lizzeth silenciosamente dio media vuelta para darle la espalda y colocarse frente a Johana. Ella la miró pero no se inmutó por permanecer quieta, se movió un poco hasta poder observar el acontecimiento. La luz del cuarto iluminaba un poco más el hospital, llegaba hasta las puertas del elevador y alumbraba completamente el cuerpo de Cristy quien estaba recargada en él.

—¿Qué? —Le preguntó Cristy con indiferencia, se enderezó y se cruzó de brazos, relamió sus labios y continuó hablando—. ¿Ya se esfumó el coraje de tu cuerpo?

—No tengo por qué darte explicaciones —respondió, la manera en que lo dijo le hizo saber que no.

—Ricardo. —Cristy le llamó la atención con autoridad, se puso firme y caminó a él, en unos 3 pasos ya lo tenía al frente, Ricardo tuvo que retroceder un poco para que sus cuerpos no hicieran contacto—. ¿Qué te he hecho para que me respondas de esa manera? He tratado de hablar contigo, trato de calmarte y tú simplemente no reaccionas, no captas que todos queremos salir de aquí.

—Bueno Cristy, perdón —habló él sin sonar para nada sincero, sino, un tanto cínico. Tomó postura y nos echó una mirada a todos—. Ahora si todos me ayudan a buscar algo dentro del hospital estaría mejor. Abajo hay casilleros, podemos verificar uno por uno, alguna pista debe de haber. También este cuarto en donde me encontraba. Hay un escritorio y un mueble con unos cuantos cajoncillos.

—¿En verdad crees poder hallar algo? —Le preguntó Johana quien ya se había acercado más dejando a Lizzeth apartada de nosotros.

—No lo hemos hecho y no perdemos nada con intentarlo. No podemos estar aquí sin hacer nada.

—Es una buena idea —informó Cristy, nuestras miradas pasaron a ella, la luz del cuarto solamente alcanzaba a iluminarla, como si fuese alguien importante que va a dar un discurso—, bajemos a buscar en esos casilleros. Y alguien más que permanezca aquí revisando el cuarto éste. —Señaló tras ella la entrada del cuarto.

—Yo me quedó —contestó Lizzeth de inmediato—, no quiero bajar a donde está Ximena, y Matías tampoco.

—Me parece bien —anunció Cristy buscó en la mirada de todos hasta que se centró en la mía—, ¿te quedas con ellos Naúm?

—Ah, claro —respondí, era más emocionante ir a ver lo que contenían aquellos casilleros pero decidí obedecer en lugar de protestar. Además, tampoco quería toparme con el cuerpo de quien fue mi maestra.

—Yo también me quedo aquí —habló Victoria mientras se acercaba a Lizzeth y Matías.

—Perfecto, pero ni uno más. Ricardo, Johana, Donato y Doroteo, vamos alla abajo, ahora.

Sin mencionar palabra y sin rechistar, obedecieron, en orden bajaron hacia los casilleros, Doroteo fue el último en entrar y cuando lo hizo, cerró la puerta.

—¿Y el gatito? —Preguntó Matías, miraba las paredes y los pasillos buscándolo. Debería estar acostado en algún lugar.

—No sé —respondí con claridad, Matías seguía buscando con la mirada—, debe estar oculto en aquél pasillo. —Señalé el lugar principal que dividía los pasillos—. Más tarde lo buscamos, ahora es momento de entrar a este cuarto y buscar lo que tengamos que encontrar.

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