Capítulo 14

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Aerith lo miró y miró al agente, con ayuda del agente sentó a Aiden al lado de su ex-mujer. Aerith y el agente hablaron brevemente, también tuvo que pagar la multa que le habían puesto a Aiden.

Aerith se levantó, con el propósito de que no tendría que ayudar a Aiden pero se equivocó. Tuvo que rodearle la cintura a Aiden con su brazo para ayudarle a ir al coche, aunque era un poco imposible ya que Aiden era mucho más grande que Aerith.

Cuando por fin lo dejó en el asiento de copiloto, su subió ella y condujo hasta su casa. Todo el camino Aiden iba mirando a Aerith, al llegar ella aparcó cerca del apartamento de Aiden.

Se bajó del coche y ayudó a Aiden otra vez, cuando estaban justo delante de la puerta del apartamento de Aiden buscó por todos sus bolsillos. Encontró la llave y fue probando hasta que por fin abrió la puerta.

- Aiden, ¿dónde está tu habitación? -Preguntó Aerith.

Eran las primeras palabras que de cruzaban cara a cara desde el divorcio.

Aiden únicamente señaló y ella como pudo lo llevo hasta allí. Lo acostó en la cama y le quitó los zapatos. Aiden pensado que el propósito de Aerith era otro la empujó haciendo que ella cayese encima de él.

- ¡Aiden! ¿Qué coño haces? -Gritó Aerith intentado levantarse pero Aiden a pesar de estar borracho la tenía sujeta con mucha fuerza.

- Solo hago realidad tus deseos -dijo Aiden tocándole el culo.

- Mis deseos ahora mismo son que me sueltes -dijo Aerith intentado soltarse de su agarre.

- Vamos Aerith por los viejos tiempos -dijo Aiden con cara seductora.

- Ni por los viejos tiempos ni por los nuevos, suéltame Aiden -se empezó a enfadar.

Aerith cansada de que Aiden no le hiciese caso, le pego una bofetada que le hizo girar la cabeza. Aerith se levantó y por suerte mañana Aiden no se acordaría de nada.

Salió y condujo hasta casa, estaba agotada. Mañana sería domingo y no tendría que hacer nada. En cuanto llegó a casa se fue directa a dormir solamente quitándose los zapatos.

A la mañana siguiente Aiden se despertó con mucha resaca, se tomó un zumo y una pastilla. ¿Se acordaba de lo que había pasado anoche? Sólo de algunas cosas y estaba confuso.

Recordó a Aerith, que la había visto pero el mismo pensó que había sido cosa de su imaginación por lo cual no le dio mucha más importancia.

Aerith se despertó más tarde de lo normal, hizo lo de siempre aunque más cansada. Pensó en lo que pasó aquella noche con Aiden, sin duda había cambiado mucho o quizás era por el tiempo que había pasado sin verse ambos.

No pensó más en su ex-marido y llamó a Aaron quedarían para verse después de dejar a Leah con Aiden. A las ocho de la tarde recogió todas las cosas de Leah porque debía volver con su padre.

Ella se arregló porque después de dejar a su hija, iría a cenar con Aaron. Leah se despidió de sus hermanos y se fue con su madre hasta la casa de su padre.

- Bueno cariño, espero que lo hayas pasado bien este fin de semana -sonrió Aerith besándole la mejilla a su hija.

- Siempre mamá -sonrió Leah recibiendo el abrazo de su madre.

- Te quiero mucho pequeña.

- Y yo a ti mamá.

- Nos veremos pronto, cielo -sonrió Aerith.

- Vale, adiós -sonrió Leah y se bajó del coche.

- Adiós cariño.

Leah tocó al timbre del apartamento de su padre, en cuanto su padre le abrió lo abrazó.

- Hola papá -sonrió Leah.

- Hola pequeña -fueron los dos al salón.- ¿Cómo has pasado el fin de semana? -Se notaba muy cansado a Aiden.

- Bien como siempre -dijo riendo Leah.

- Me alegro pequeña -sonrió Aiden.

Aiden cogió la maleta de Leah y colocó toda la ropa de nuevo en su armario. Leah mientras pensó de nuevo en lo mismo que le gustaría estar más con su madre y hermanos pero sin alejarse de su padre. Siempre se preguntó a si misma él porque del divorcio de sus padres pero nunca se lo preguntó a alguno de los dos.

Pero aquella noche le iba a preguntar, necesitaba saber porque. Más de una vez se había culpado a ella misma por el divorcio de sus padres.

- Papá -lo llamó Leah al ver a su padre de nuevo.

- Dime Leah -la miró.

- Yo quería preguntarte una cosa -dijo Leah con cierto miedo.

- Claro, adelante -se sentó Aiden a su lado.

- ¿Por qué mamá y tú os divorciasteis? -Preguntó curiosa.

- Leah yo no sé si la respuesta te afectará o no prefiero no decirlo -dijo Aiden sincero.

- Papá, soy lo bastante mayor -dijo Leah.

- Leah ya no era todo igual, ambos cambiamos pero no es culpa ni tuya ni de tus hermanos -le besó la cabeza a su hija.

- ¿Y cuantos años lleváis divorciados? -Preguntó curiosa.

- Un poco después de que ti nacieras, pero no tienes tú la culpa cariño estábamos pensado unos meses antes de que nacieses lo del divorcio -le explicó Aiden.

- ¿Entonces todo iba mal cuando iba a nacer?

- Sí, pero entre tú madre y yo. Y no fuiste un error ni pensamos eso -dijo Aiden como si le estuviese leyendo el pensamiento a su hija.

Leah se quedó callada y asintió. Aunque seguía pensando en todo lo que le había contado su padre. No la había hecho creer que era la culpable del divorcio o un error porque a decir verdad Aiden había respondido con cautela a todas las preguntas de sus hijas ella aún pensaba todo lo contrario a pesar de su corta edad.

Y en esos momentos deseo que sus padres siguiesen casados.

Continuará...

Hilo rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora