9. La madriguera.

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- En serio papá te luciste.- dijo Annie con la boca llena de budín.- Es aún mejor que el de Hogwarts.

- Lo se, lo se.

- Y la decoración es increíble mamá.- admiró la niña.

- Gracias cielo.

- Collingwood ¿empacaste todo?- preguntó su padre.

Era veintiséis de diciembre, los Collingwood habían pasado una navidad llena de risas y alegría. La niña había recibido una sudadera de los Cannons, por parte de sus padres, una bufanda con los colores de Gryffindor de parte de Angelina y plumas de caramelo, con las que podías simular estar escribiendo mientras las comes en clase, por parte de Fred y George.

En un par de horas iría a la casa de los Weasley a pasar el resto de las vacaciones de navidad. Annie sabía que sus padres estaban agradecidos de que la hubiesen invitado, puesto que a partir de mañana, ellos deberían volver al trabajo y se habría quedado sola en casa.

- Si, tendré que dejar mí escoba en casa de los Weasley.- y con un poco más de desgano agregó.- No me dejan llevarla a Hogwarts.

- Una lástima.- dijo su madre no tan disgustada puesto que no le gustaba mucho la idea de volar, y menos aún después de que su hija se hubiese fracturado una pierna, un brazo y quedado inconciente durante tres días.

- Ellos se lo pierden.- dijo su padre tratando de animarla.- El siguiente año levantarás la copa de quidditch para Gryffindor como tu grandioso padre hizo dos años seguidos.

- Grandiosamente modesto ¿cierto?- dijo su madre.

- Solo estás celosa porque le pateé el trasero a Slytherin.

- ¿Yo? Por favor, Blake.- dijo con el digno orgullo de una slytherin.- Sólo dos años, luego fuiste aplastado por Ravenclaw y Slytherin.

- ¡Pero eso no sucederá conmigo!- dijo Annie.- Los gemelos y yo levantaremos esa copa.

- Somos dos gryffindor, ríndete slytherin.- objetó el hombre.

- Bien.- dijo ella.

Alissa se dispuso a juntar la mesa, con la frente en alto y sin mirar a su marido. Él sonrió, se levantó de su silla, la tomó por la cintura y le plantó un beso en los labios.

- Ninguna casa de Hogwarts es lo suficientemente digna de tenerte en ella.- le susurró.

Annie sonrió, tomó a Nilo y subió a su cuarto. Amaba que sus padres de amasen, pero sentía que la escena ya se estaba volviendo muy íntima. Se dispuso a empacar lo que faltaba. Por un segundo, se imaginó a Charlie besándola en los labios. Se sonrojó violentamente y se auto- reprendió por haberlo pensado.

***

- Percy ¿te importaría no babearte cuando llegue Annie?- le dijo Fred a su hermano.

- Si, no nos avergüences.- dijo George.

Percy enrojeció levemente y frunció el ceño. Charlie y Bill rieron por lo bajo, pero lo disimularon tosiendo al ver la mirada de su madre.

- ¡Compórtense!- reprendió su madre.- ¿Por qué Percy tendría que hacer eso?

- Que te lo diga él.- dijeron los gemelos con una sonrisa cínica.

Ron tenía la escoba en la mano y esperaba impaciente que la última jugadora llegara para poder jugar al quidditch, Ginny estaba sentada en el sofá con los brazos cruzados, el ceño fruncido e indignadísima de que sus hermanos no la dejaran jugar con ellos.

Mis cómplices, Fred y George Weasley.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora