CAPITULO 4

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A la mañana siguiente me desperté con los ojos hinchados. No era por el cansancio, pues había dormido plácidamente, pero sí había llorado. Cada minuto que paso aquí me hace rememorar aquel extraño suceso que ocurrió hace años.

Con los ojos medio abiertos me levanté de la cama y caminé hacia el pequeño salón que tenía en la habitación. Desde el sofá me llegó la mirada de unos ojos que ya conocía. Era el soldado Petrov.

-Buenos días. ¿Has dormido bien?-me preguntó.

-¿Desde cuándo a un soldado le importa cómo haya dormido un prisionero?-dije sin responder a su pregunta.

-Supongo que bien. Hoy te reunirás con las demás personas que tenemos aquí. Incluido tu hermano. Y debes darme las gracias porque fui yo quien dio la idea de que os pudiérais encontrar de nuevo.-dijo, restándole importancia a mi contestación.

Los ojos se me iluminaron de la alegría.

Así que iba a volver a ver a mi hermano. Y todo gracias al soldado Petrov.

-Vaya... Esto... Gracias.-contesté con una medio sonrisa.

El soldado no me la devolvió sino que se puso en pie, rígido, alisándose el uniforme y dispuesto a marcharse.

Antes de que se fuera lo llamé.

-¡Espera! ¿Qué tengo que hacer ahora y dónde tengo que dirigirme?-pregunté.

-Ahora prepararte para un nuevo día lleno de abundante trabajo. Y para comer, sigue el pasillo recto hasta el fondo. Baja las escaleras de la derecha y donde veas un portón con cristales ahí tienes que entrar.-contestó y volvió a alejarse.

-¿Pero puedo andar sola por los pasillos sin que intenten meterme una bala en la cabeza?-grité. Pero no me contestó. Siguió andando, abrió la puerta y me dejó sola en la habitación.

***

Seguí sus instrucciones al pie de la letra pero o yo no escuché bien o él se había equivocado porque cuando bajé las viejas escaleras oxidadas no me encontré ante ningún portón como él había dicho. Pensé en gritar pero decidí darme la vuelta y deshacer el camino andado. Justo cuando iba a volver se abrió en la pared un hueco de donde salió un hombre trajeado y bien vestido con su bata blanca. Me escondí rápidamente en el hueco de las escaleras y cuando el individuo pasó a mi lado sin avistarme corrí hacia la pared donde había estado el agujero.

Sin embargo, cuando llegué allí, no había ni un rasguño en la pared blanquecina y todo parecía estar en perfecto orden. Salvo una pequeña rajilla que daba a entender que detrás de ese muro se escondía algo o alguien. Tanteé mis dedos por toda la pared pero esta no cambiaba hasta que me di por vencida debido un poco al cansancio y me apoyé en ella. Lo que pasó a continuación me dejó un poco atontada ya que se desplazaba hacia fuera un trozo de pared.

¡Bingo! Pensé con una sonrisa en la cara que rápidamente se me borró cuando traspasé el umbral.

Decenas de personas mirando fijamente a sus pantallas sin pestañear ni despegar los ojos de los aparatos, se encontraban ordenadamente pero dispersas, por toda la habitación. Me quedé absorta con lo que veía, pero lo más extraño de todo era que estas personas ni siquiera parecían darse cuenta de mi existencia. Seguían tecleando sin parar como esclavos-o robots, pensé-Todo era muy confuso.

Me acerqué sigilosamente a la que tenía más cerca y volteó su cara hacia la mía haciendo que diera un respingo para atrás del susto. Esta mujer tenía la cara totalmente blanca con unas facciones sin expresión y me miraba como si solo fuera un fallo en su programa, desacostumbrada a tener visitas de ese modo tan repentino y directo.

Salí dando un traspiés de la habitación, cerrando la puerta a mis espaldas de modo que ya no se notaba lo que había dentro, y me apoyé en ella. Mi respiración seguía agitada así que me quedé allí unos segundos tratando de volver a la normalidad. Pero no duraron mucho puesto que ahí delante me esperaba el soldado Petrov firme como una roca y una dura expresión en su mirada.

-Lo siento-murmuré en un tono de voz apagado.-Yo... No pretendía...-Pero me acalló con un gesto rápido.

-Ya lo resolveremos más tarde-dijo poniendo cara seria.-Es hora de que vayas al comedor y te reúnas con todos los presentes.

Yo lo obedecí bajando la mirada y su dura expresión se ablandó un poco que casi ni se notaba salvo por el ligero temblor en la comisura de su labio.

Subí las escaleras y cuando llegué arriba lo dejé pasar por delante de mí para que me guiara hacia el comedor. Caminamos en silencio uno detrás del otro hasta que nos paramos en un portón raramente irreconocible. Presentaba unas deformidades en el lado derecho que parecía que había pasado un huracán y había intentado arrancar la puerta sin conseguirlo.

Finalmente el soldado abrió el portón y algo nuevamente espléndido apareció ante mis ojos.

Me quedé plantada ante la gran sala admirando lo que me rodeaba.

***

Unas mesas transparentes y redondas ocupaban el enorme espacio a mi alrededor. Pequeños grupos de personas rodeaban estos muebles comiendo, bebiendo y charlando animadamente con los demás. Otros iban y venían con platos de exitosa comida caliente y llenos de ricas proteínas. Se me hizo la boca agua al contemplarlos.

Avancé con timidez atravesando las mesas hasta que el soldado Petrov se detuvo ante una de ellas y se volvió a mí.

-Esa es tu mesa-señaló hacia esta.

-Gra... Gracias-balbuceé. No podía hablar dada la extraña confusión que sentía por la intromisión en la Habitación Secreta y el lujo de lo que me rodeaba.

Anduve hacía la mesa y cuando llegúe me senté. De repente un calor embriagador me embargó por completo haciendo que entrara en una especie de trance entre lo real y lo imaginario. Me sentía muy a gusto, pero a la vez muy diferente a como me sentía normalmente. Veía luces de colores por todas partes y en el fondo al soldado Petrov acercándose a mí con una sonrisa en la cara que no indicaba nada bueno. Seguí unos segundos así hasta que un tirón en la manga me despertó de la alucinación.

-Ya basta. Desconectad esto. No le hace falta. Tenemos cosas que le importan más que a su vida. No va a salir de aquí-decía una voz rasposa. Era el abuelillo de pelo canoso que todos reconocían como el Jefe.

-¿Qué me ha pasado?-pregunté-¿Qué me habéis hecho? ¿Me habéis drogado? Porque si lo habéis hecho os juro que os mataré.

-Tranquila chica... No ha sido nada. Hay muchas cosas que no entiendes de este lugar y deberíamos comenzar con enseñártelas.

-Pues podrías empezar por la sustancia que me has dado. O me diste anoche en la cena. ¿Qué es y por qué me la dais a mí?

-Ven Shay y no seas tan narcisista.

-No me llame así viejo

-No le hables así-apareció por detrás el soldado Petrov con su gesto típico arrogante.

-Claro. Es tan cobarde que necesita que un soldado lo respalde porque no sabe defenderse solito. ¿Verdad? Apuesto a que es eso cobardes.

-Déjala Dymitri. Tiene todo el derecho a enfadarse con nosotros mientras no sepa lo que ocurre.

-Creo que es la primera vez que estamos de acuerdo en algo-le dije.

-Me alegro porque también va a ser la última-contestó.


NOTA: Siento no haber podido subir antes! Estaba de viaje y he estado muy ocupada. Pero aquí teneis otro capitulo! Espero que os guste y no olvideis votar...

HASTA EL PROXIMO CAPITULO!

PD: Ya mismo empezare a dedicar capitulos y recomendar novelas pero para eso los numeritos de arriba tienen que subir!

<3 MUCHAS GRACIAS POR LEER <3


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