CAPÍTULO 3

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Ya tengo que salvar a dos personas de estos criminales. Perfecto. A este paso la vida de los mi aldea dependerán de mí en menos de tres años. Sin embargo la única manera de salvarlos es entregarme. Pero en vez de hacerlo abatida, cuando viene el soldado a arrestarme le doy una patada en el tórax que lo hace tambalearse pero no caer y le escupo en la cara.

-Buena patada-me dice al oído mientras me pone las esposas. Me estremezco al oírlo e intento soltarme.-No forcejees, sino ella...-me dice mientras hace un gesto con la mano desde una punta del cuello hasta el otro.

Finalmente dejo que me lleven por el pasillo hasta una celda. Voy atenta a cada rincón del edificio hasta que este se ensancha y deja ver una parte totalmente nueva. Con azulejos de color blanco y puertas transparentes que dejan ver todo lo que ocurre en su interior.

Me maravillo por todo lo que veo, pues nunca había visto tanto lujo en mi vida.

-¿Te gusta eh?

-¿Hmm?

No me había dado cuenta de que ya no tenía las esposas, habíamos parado y el soldado estaba mirándome fijamente y hablándome.

Sentí que era mi oportunidad. Me di la vuelta e intenté abrir la puerta transparente por la que habíamos entrado, pero una mano en mi hombro me detuvo.

-Yo que tú no lo haría-comentó el soldado en voz baja.

-¿Por qué?-le espeté yo más ruda.

-Si tocas una de las puertas sin estar autorizada, esta produce una descarga eléctrica que paraliza tu cuerpo.-me contestó.

-En mi aldea se dice te mata-afirmé yo. Pero al instante me di cuenta que no debería haberlo dicho pues estaba dando más pistas sobre el paradero del resto de mi "familia".

-Exactamente. Están programadas para...-pero no terminó la frase pues se irguió de pronto callándose y con la vista al frente hacia un señor de pelo canoso, que bajaba ayudado por un bastón, por unas escaleras camufladas al lado de una pared de cristal.

-Vaya, vaya... Qué tenemos aquí... Otra chica salida de la cuidad radiactiva...-dijo el anciano-Perfecto pues nos hace falta más gente para comenzar con la segunda tanda de experimentos. Esta vez más mejorada que la versión anterior-murmuró por lo bajo.

Lo miré con cara de odio por haberme hecho esto a mí y a mis seres queridos. Y quise abalanzarme sobre él pero algo me lo impedía. Supongo que es de lo que me hablaba el soldado antes de que este señor llegara.

-Pero eso empezará mañana. Primero quiero que la tratéis como se merece cualquier persona. ¿Cómo te llamas chica?-me preguntó.

-Shayla-respondí de mala gana.

-Vale Shayla, el soldado Petrov te conducirá hacia tu habitación, donde podrás darte una ducha caliente, y luego te llevará al comedor para que alimentes un poco tu cuerpo-me dijo con una sonrisa en la cara.

Por la cara que puso supuse que el soldado Petrov era el mismo soldado que me había llevado hasta allí. Sin embargo no vaciló a la hora de responder a su jefe.

-Sí señor-contestó a la orden de este.

***

Avanzamos por pasillos similares a los de la sala del jefe, el cual todavía no sé el nombre, y me propongo averiguarlo

El soldado Petrov me acompaña todo el rato hasta que por fin llegamos a una zona más amplia de donde salen tres pasillos más. Giramos al que se encuentra a mi derecha hasta que finalmente damos con una puerta blanca, para variar, con un número escrito en ella: 300.

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