Capítulo 21. Los hijos del gobernador

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Me aparté de Surina, no podía soportar la angustia de creer que iba a obtener mis respuestas, para ser pisoteadas y seguir hablando de sinsentidos. Y no parecía la única. Sutilmente, una joven se apartaba del resto. No me costó reconocerla, era la hermana de Owen, un año más joven que él, y no se parecían en nada. Ella tenía el cabello castaño tirando a cenizo, y los ojos de un color que oscilaba entre el violeta y el gris. Nunca parecía vivir con los lujos que se presentaba su hermano, ni su padre, sus ropas parecían más de mi estilo, por mucho porte regio que llevara.

Nadie le dijo nada cuando se fue, tampoco repararon en su ausencia. Cansada de charlas sin sentido, decidí perseguirla, o al menos seguirla mientras me dirigía en busca de Luke. Sin Surina para hacer chorradas, no me quedaba más remedio que contar con él. Al menos Luke no había sido absorbido por un mundo en el que yo no era aceptada.

Mientras caminaba tras la joven con aquel pálido vestido azul, me di cuenta que nuestros pasos se dirigían al mismo sitio. Supuse que sería una equivocación, y seguí pensándolo hasta que entré tras ella a la sala de mantenimiento en la que normalmente quedaba con Luke.

El joven estaba sentado con una revista entre sus manos, pasando las páginas desinteresado y con los pies en alto apoyados en una tubería. Ni siquiera se molestó en girarse para ver quién era, lo cual me sorprendió.

- Buenos días de nuevo, princesita.- Saludó.

- ¿Conseguiste lo que te pedí?- Preguntó ella, quitándole la revista de las manos y empezando a hojearla ella.- Me gustaría empezar cuanto antes, que así tengo una excusa para desaparecer.

- No me sobran piezas, ya te lo dije.

- No me mientas, la nave tiene muchísimos aparatos sin utilizar.- Dijo la joven, paseándose entre los cacharros viejos que a nadie le interesaban.- De estos detectores de aquí podría sacar los sensores para los ojos…

“No son ese tipo de detectores” Pensé yo, reconociendo el objeto que había sacado del conducto de ventilación.

- No deberías tocar eso.

- No debería tocar nada de aquí, si fuera por mi padre.

- No me refería a eso- Luke suspiró, acercándose a ella. Se la veía afectada por aquellas palabras, y mantenía la vista baja.- No me importa que estés aquí, en serio, yo…

- No, da igual. Hablamos más tarde.- Se apartó corriendo y volvió a salir. La sala quedó en silencio durante varios minutos, únicamente escuchando el fluir del vapor por las tuberías.

Luke intentó comprender lo que había pasado por la cabeza de la chica, pero pareció darse por vencido y empezó a enrollar la revista entre sus manos. Me acerqué a él.

- Creo que buscaba apoyo, no que la apartaran.- Murmuré.

Luke suspiró más fuerte que antes, y arrugó por completo la revista. Lanzó el objeto al suelo mientras se giraba. Era obvio que estaba frurstrado, aunque no entendiera su razonamiento. No sabía por qué parecía haber apartado a esa chica, aunque evidentemente no quisiera.

- Ida lleva viniendo varios días, me ha pedido hacer una especie de mascota mecánica.- Comentó.- Bueno, no hacerla. Yo no sabría hacer eso. Ni siquiera sé como mantengo a flote esta nave.

- Eso es justo lo que los pasajeros quieren oír, Luke, tú sí que sabes dar ánimos.- Me burlé, recogiendo la revista y devolviéndosela. Me di cuenta que, detrás, había un par de cajas de recambios y piezas en mal estado.- No es por eso solo, yo sé reparar cosas, pero ¿crear algo? Y tiene unas expectativas muy elevadas, y no quiero decepcionarla.

El Fantasma del LhandaWhere stories live. Discover now