XX

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La felicidad es un sentimiento tan grande que te llena, te lleva hacia lo más alto, vuelas entre sueños y emociones, tu rostro lo demuestra, tu sonrisa queriéndose esconder se nota de igual manera.

Eres feliz, no hay vuelta que darle. No importa el mal pasado que hayas tenido ni lo que dolió. No importa nada de ello en ese preciso instante en que eres feliz.

Sus brazos rodearlo, las suaves palabras en su oído al despertar, sus besos suaves, sus caricias, todo él lo hacía feliz. Ni aunque quisiera en mil años podría arrepentirse de esos momentos, de estar junto a él, su amor.

Unos meses atrás, si alguien le hubiese contado que terminaría enamorado se hubiese reído de lo absurdo que habría sonado.

Pero jamás entenderás como son las vueltas del destino ni a donde terminara dejándote el viento.

Ese maldito chico de ojos verdes, ese que causaba estragos en él solo por el hecho de no dejar de mirarlo, ese mismo que lo llevo al hospital luego de un ataque de pánico, el mismo que durmió en su habitación por haber perdido las llaves.... El mismo al que le gustaba observar las estrellas, ese mismo que le robo el corazón a pesar de haber puesto mil barreras a su alrededor, el chico que se encontraba rodeando su cintura mientras dormían.

Sintió a Connor levantarse pero sus ojos estaban tan pesados que ni siquiera se molestó en mirar que es lo que hacía, su sueño aún era pesado, era domingo y no quería abandonar la cama por nada en el mundo.

Solo fue media hora más tarde cuando sintió la mano de su novio rozar sus mejillas

"Despierta amor, prepare desayuno"

"Mhm" meció su rostro sobre la mano de Connor porque el simple tacto de él lo hacía sentir bien

"Hice té..." Troye abrió los ojos acompañado de una sonrisa socarrona. Era su punto débil, lo sabían. El té nunca fallaba.

Entre perezas se levantó y tomo su desayuno junto al chico de ojos verdes.

"¿Qué planeas para hoy?" solo basto dirigir su mirada hacia la ventana, observando lo gris que se veía el día.

"Salir, definitivamente no" Connor no pudo evitar reír al oírlo mientras entrelazaba su mano con la de Troye

"Creo que acurrucarnos y ver películas suena bien" contesto Connor haciendo reír ahora a su chico.

No podrían haberlo pensado mejor, fue una gran tarde, llena de caricias y besos... simplemente perfecta.

Eran pasadas las cinco y treinta de la tarde cuando a duras penas Connor debió marcharse. Lo esperaba un gran examen al día siguiente y aunque ya había estudiado algo, le faltaba bastante como para sentirse seguro de aprobar.

Fueron más de quince minutos lo que duro su despedida. No querían alejarse ni por un segundo, llevaban dos días totalmente juntos y recaer al silencio era agobiante.

Cerro la puerta tras él, apoyándose en ella mientras dejaba salir un suspiro que no indicaba nada más ni nada menos que felicidad.

Había un gran desastre en toda la habitación, su cama estaba desecha y la cocina estaba llena de trastes de los últimos dos días. No le fue más que una hora en terminar de acomodar aquello.

Estaba a punto de retomar la lectura del libro sobre su mesa de noche cuando vio un lienzo limpio al lado de esta.

Fue inevitable no tomarlo junto a sus pinturas.

Caía la media noche y su estómago pedía a gritos ser alimentado, pero lo ignoro nuevamente.

Había pinturas por toda la mesa, el lienzo a un lado y él parado frente a este con dos pinceles en mano, ultimando cada pequeño detalle. Quería que se vea perfecto.

Iris → TronnorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora