Soul Mates ➳ Jariana [PAUSADA]

✨Six; Irish for a day

(Personaje: Sean Coleman)

Hoy, día de San Patricio, 17 de marzo, 10:50 AM.

Debería tener una gigantesca sonrisa en mi rostro, porque amaba celebrar éste día con la familia de Jacob y amaba los desfiles que se realizaban a partir de la quinta avenida hasta que llega a su final en la calle 86. Amaba ver a la gente caminar por las calles con sus trajes verdes, con tréboles como sombreros y algunos dibujados en distintas partes de sus cuerpos, pero sobre todo, amaba observar los trajes de la gente que desfilaba. Amaba observar los disfraces perfectamente elaborados y la felicidad de aquella gente.

Pero no tengo la sonrisa que debería tener. ¿Por qué? Simple, no pegué un ojo en toda la noche.

De alguna manera, las palabras de Madame Genovea rondaron por mi cabeza durante toda la noche. Las sensaciones extrañas no desaparecieron hasta altas horas de la mañana y mi mente se esforzaba por no creer en explicaciones absurdas que una supuesta "psíquica" o "médium" o la mierda que sea, me dijo. No puedo creer aquello, simplemente no.

Jacob me esperaba en mi sala, seguramente viendo algún programa de televisión de fútbol, básquetbol o baseball mientras se devoraba lo que quedó de mi cena de anoche.

Salí de la ducha y me vestí rápidamente con mis jeans, una camiseta verde llena de tréboles, unas zapatillas blancas y mi chaqueta que absurdamente iba a juego con la de Jacob. Sequé mi cabello y luego hice mi maquillaje, agregando mis lentes de contacto. Me miré al espejo, asegurándome que el lápiz labial no se corrió y luego metí todas las cosas necesarias dentro de mi pequeño bolso.

Caminé por el pasillo directo a mi sala y me encontré con Jacob comiendo una banana y tomando soda de naranja.

―Hey, cerdo, ya vamonos. ―reí

El eructó y devoró la banana en fracción de segundos, para luego levantarse, apagar la televisión y acercarse a mí. Besó mi mejilla y salió de mi apartamento. Lo seguí apenas cerré mi apartamento y ambos bajamos las escaleras a paso rápido. Gracias al cielo, no estaba Madame Genoveva y pudimos llegar al primer piso sin interrupciones.

―Buenos días, chicos―nos saludaron los dos hombres en recepción.

―¿Qué pasa, Phil?―Jacob le hizo una seña y le sonrió―¡Marcus, viejo!

Ellos rieron y nos saludaron de forma cordial. Marcus nos abrió la puerta y nos despedimos. Al salir a la calle, éstas estaban más llenas de lo común, ya que hoy al ser un día festivo, la gente no iba a trabajar y se paseaba por las calles.

Caminamos una infinidad hasta llegar a la octava venida, entrando al metro. Solté un quejido al imaginare como me aplastarían en el vagón con tantas personas.

―Llegaremos para el próximo día de San Patricio, el año entrante ―bufó Jacob al ver la cantidad de personas que entraban al metro.― Debí traer el auto.