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P E T E R

La alarma suena, indicándome que ya casi debo entrar a clases. Extrañamente hoy no me sentía feliz por ir clases, sino por estar con Rhode. Al terminar de arreglarme, me dirijo hacía la habitación de Rhode. Toco la puerta tres veces y escucho unos pasos aproximándose. La puerta se abre y ahí está Rhode; no puedo evitar sonreír y eso hace que ella también sonría.

—¿Tienes hambre? —pregunto y ella asiente con la cabeza—. Ven, vamos a desayunar.

Caminamos hacia la cocina —que por suerte está sola—. Abro uno de los gabinetes, mostrando varias cajas de cereal.

—Hay cereal —le informo—. ¿Te gusta el cereal, Rhode?

—Sí, ¿te ayudo con algo?

—Seguro... en la nevera hay leche y jugo de naranja, tráelos.

Rhode obedece y camina hacia la nevera, saca de ahí un cartón de leche y una botella con jugo de naranja. Da una vuelta y camina hasta donde estoy yo para entregarme las botellas con líquidos.

Luego de servir todo, nos sentamos en el comedor y comenzamos a comer. Noto que Rhode está muy sonriente y se me hace extraño porque no encuentro alguna razón.

Subo mi cuchara para dar otro bocado de cereal pero no hay nada en ella, lo cual es extraño ya que no he consumido mucho por estar hablando con Rhode. Frunzo el ceño mientras miro mi tazón y noto que Rhode trata de contener la risa.

—¿De qué te ríes?

—¿Qué hay en tu tazón?

—¿Qué? Pues nada, ya terminé —aseguro.

—¿Seguro? —pregunta Rhode con un tono divertido.

No entiendo qué es tan chistoso... hasta que miro otra vez mi tazón y lo encuentro lleno.

—¿Qué demonios? Te juro que estaba vacío —dije sorprendido y a la vez confundido.

—Jugué con tu mente, tonto —confiesa Rhode—. Acuérdate que puedo jugar con las mentes.

ALREADY GONE → Peter Maximoff/QuicksilverWhere stories live. Discover now