Matías le extendió el gato a Johana, ella comenzó a acariciarlo detenidamente y mantenía el ceño fruncido mientras lo analizaba. Todos estábamos enfocados en ella esperando una respuesta.

—Este gato se ve completamente sano. No se le ve ningún malestar y huele rico. Hasta parece ser casero y que actualmente lo seguían cuidando.

Johana le regresó el gato a Matías, él lo tomó con alegría, se tumbó en el suelo y se recargó a la pared. El gato no era bravo, se iba con quien quería tomarlo y no hacía ningún ruido extraño, ni siquiera un maullido o algo parecido.

—¿Podríamos experimentar con él? —Preguntó Ricardo acercándose, lo vimos con confusión. ¿A qué se refería con experimentar?

—¿Experimentar? —Preguntó Lizzeth—. ¡Claro que no! ¿Está loco? Los gatos no son para hacer experimentos.

Lizzeth miraba con furia a Ricardo y él a ella, al parecer simplemente no se caían bien.

—Me refiero a que podríamos tomar al gato y bajarlo por las escaleras. Mientras alguien observa por la ventanilla de ahí abajo, así podríamos saber qué es lo que sucede cuando una persona baja y si es posible tomar precauciones y bajar con cuidado.

Lizzeth negó de inmediato, claro que no. Yo tampoco permitiría que un ser inocente bajara por esas escaleras sólo para sufrir.

—¿Y por qué no bajas tú y nosotros te observamos? —Preguntó Lizzeth retando a Ricardo. Su manera irrespetuosa de hablar era algo fuerte pero sin duda la chica me agradaba.

—Lizzeth —dijo Ricardo a un paso de ella, Lizzeth se mantenía firme y seria—, por el amor de Dios. Es sólo un gato, de igual manera no va a sobrevivir aquí arriba. Comen mucho y no tenemos comida para darle, lo mejor será sacrificarlo.

—¿Y para qué? —Volvió a preguntar Lizzeth—. ¿Para ver qué es lo que sucede? Y una vez que lo sepa me imagino que no va a bajar.

—Lo haré Lizzeth, con medidas necesarias.

—Este gato es extraño —interrumpió Johana, había vuelto a tomar el gato de las manos de Matías. Estaba completamente confundida mientras lo tocaba por todas partes—, no siento el latido de su corazón. Lo pellizco y no se enoja, no maúlla para nada. El gato no siente nada, eso significa que ya debería de estar muerto.

—Pero no lo está —dijo Lizzeth y se lo arrebató de las manos. Era increíble lo que Johana decía, el gato ya debería de estar muerto, y sin embargo aquí seguía, completamente sano.

—Hagamos una votación —dijo Cristy metiéndose a la plática. Era sorprendente la forma en la que llamaba la atención. Cristy tomó el gato de las manos de Lizzeth con una sola mano, sin pedírselo y estiró su brazo manteniéndolo un poco alejado de ella, lo mantenía agarrado del pellejo mientras que el gato no se quejaba. Sin duda le tenía asco a los gatos. Aunque si hubiera tenido el otro brazo sano, quizá lo hubiera tomado de una mejor manera—. Votaremos por si el gato baja o por si no. La decisión se hará a lo que quede. ¿De acuerdo?

Ricardo no tuvo de otra más que asentir y Lizzeth se puso tensa pero de igual forma asintió.

—Bueno, nos queda Claro que Lizzeth no quiere que baje y Ricardo sí. —Vio a Matías—. Matías, ¿quieres que el gato baje al experimento o que se quede con nosotros?

—Que se quede con nosotros—respondió Matías sonriente.

—¿Doroteo?

—Que baje —respondió Doroteo—. Debemos saber qué es lo qué sucede ahí abajo.

Cristy asintió y le preguntó lo mismo a Donato, él respondió lo mismo que su hermano. El gato ya tenía 3 votos para bajar y 2 para quedarse.

—Señora Ximena.

HospitalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora