Capítulo 2.

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Llegar al colegio y ver un círculo de personas amontonadas en la entrada, era un sinónimo de pelea o simple y llanamente de los intocables.

Me acerco rápidamente a la multitud y estuve en lo correcto. Los intocables volvieron a atacar y esta vez sufrió la ventana del sub director, la cual se encuentra embarrada de una pintura color rosada fluorescente más algunos tampones pegados.

En vez de regalármelos, están algo costosos.

Aunque me pregunto de donde cinco chicos sacaron tanta cantidad de tampones. Lo más seguro es que algunos de ellos tuviera una hermana o que su madre aún los usara, en últimas instancias, son herederos de una fábrica de tampones.

Observo como Amy se acerca a mí con una pequeña mueca en sus labios.

— ¿Por qué los intocables serán tan desagradables?—pregunta arrugando su nariz.

—Si tuviera una respuesta concisa a tu pregunta Amy, podría decírtela—murmuro—. Aunque tengo varias teorías y una de ellas es que usaron los tampones porque Connor es heredero.

— ¿Qué tiene que ver que sea heredero?

—Puede ser heredero de una fábrica de tampones, ¿no crees?—sonrientemente le respondo.

—Estás loca, Daisy.

—Quizás—me encojo de hombros y empiezo a caminar. Tengo una especie de taller con el profesor de castellano y no quiero reprobar.

Amy se despide de mí y corre a sus clases de física. ¡Gracias a Dios que hoy no me toca esa asignatura, la odio!

Muy alegremente me aproximo a mi salón de clases y al entrar, busco mi asiento. Pero me encuentro con la sorpresa de un Connor Pirce en mi mesa, muy concentrado leyendo el libro de castellano.

—Estás en mi asiento, Connor—Arrojo mis cosas a la mesa y él levanta la mirada.

—No veo tu nombre por aquí, Daisy—murmulla y sigue leyendo. Suspiro fastidiada.

—Por favor, Connor, ¿podrías moverte de mi asiento?—Él levanta la mirada y me sonríe.

—Con una condición—levanta su dedo índice.

— ¿Cuál?

— ¿Me regalarías otro lápiz?—frunzo mi ceño y luego suspiro. Lo que sea por tener mi lugar junto a la ventana. Abro mi cartuchera y saco uno de mis tantos lápices de dibujo.

—No soy una fábrica de lápices, Connor—digo mientras le extiendo el lápiz amarillo.

—Te lo recompensaré. Gracias Daisy— se levanta y se va a su asiento en la parte trasera del salón.

Joder con este tío.


Regálame un lápiz | Los Intocables #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora