... Eudoxia continúa su camino claramente perturbada por el rumbo que tomaban sus pensamientos, pero desde la muerte de sus padres y casi por instinto de supervivencia, todo lo que había aprendido era a huir de los problemas hasta encontrar un lugar donde estar a salvo. Un ruido a sus espaldas interrumpe su andar, una voz masculina cargada de sensualidad le pregunta: "¿Te han dicho cuan resplandeciente es tu piel bañada por la luz de la luna, querida? Sus ojos de inmediato se encuentran con su interlocutor.

Un hermoso hombre alto, de tez pálida y mirada profunda, cuya sonrisa amenazante dejaba entrever sus colmillos. Llevaba el cabello largo y lacio hasta los hombros en donde descansaba una estola blanca de piel y sobre su cabeza un sombrero homburg que le daba un aire clásico y pulcro a su elegante presencia.

- ¿Por cuánto tiempo has estado siguiéndome, Víctor? -Pregunta nerviosa.

-Mucho mas del que imaginas querida Eudoxia, Pete se ha descuidado permitiéndote andar sola por la noche obscura y peligrosa. Si me pertenecieras, no dejaría nunca que esos asquerosos híbridos se acercaran a ti. - Avanza hacia ella y la proximidad entre ambos la obliga a retroceder.

-¡Alejate de mi! ¡Nunca seré tuya!- Exclama horrorizada.

-No me temas mujer, jamás te haría daño. Ven conmigo a la eternidad Eudoxia- La toma fuerte por los brazos provocándole a esta una mueca de dolor y con vehemencia encaja los colmillos en su cuello a pesar de que se estremeciera con vigor para intentar escapar.

La joven gritaba despavorida rogando clemencia, no podía moverse y sentía que el dolor en su cuello se hacía cada vez más punzante. Pronto, la visión de su verdugo se tonó borrosa y distorsionada debido a la debilidad producida por la pérdida de sangre. Víctor que la tenía aprisionada entre sus brazos, masajeaba satisfecho su cabello, podía verse correr la sangre a lo largo del cuello de Eudoxia quién ya no luchaba, una mirada depredadora y llena de éxtasis la recorría. El vampiro abrazándola con más fuerza, sella el pacto con un amargo beso en el que depositaba en su boca su propia sangre para renacer a la mujer que tenía al borde de la muerte; el horrible sabor de la hiel inunda los sentidos de Eudoxia, quien casi inconsiente cae al asfalto presenciando como aquel asesino huía después de recibir un impacto de flecha en su hombro.

A pocos metros, un hombre de tez blanca y cabellos de oro se aproxima a ella con preocupación en su mirada, a Eudoxia le recordaba la representación de un ser celestial que venía a llevarla consigo; Sus ojos de un color esmeralda parecían resplandecer en medio de la noche. Llevaba puesta ropa oscura y botas, se abrigaba con un saco negro y en su brazo una banda que exhibía un escudo parecido a los de las tropas militares. Iba armado con una ballesta, la cual sujetaba con firmeza mientras intentaba examinar a la bella mujer que yacía semi inconsciente en el suelo.

-Alcanzó a morderte, ¿Te sientes bien? Esa herida no para de sangrar. Déjame ayudarte. -Dijo mientras presionaba las compresas firmemente en el cuello de Eudoxia.

-No debiste intervenir, sé lo que me va a suceder. Carga por favor tu ballesta y mátame antes de convertirme en uno de ellos.

La frustración se hace notoria en los ojos del cazador.

-Oye, te aseguro que estarás bien, no pienso matarte. Esa herida sanará. -Respondió haciendo caso omiso a las consecuencias de dejarla con vida, algo en ella había atrapado su interés- Te llevaré conmigo.

-Te mataré antes de que eso suceda, yo no elegí ser vampiro, lo has visto, he bebido de su sangre...

Aquel hombre que minutos antes se había mostrado sereno e impasible, tomó una postura rígida y lleno de determinación cargó la ballesta que portaba. Su mirada imperturbable recorría e Eudoxia de arriba a abajo mientras apuntaba a su corazón, ella podía entrever en su expresión como lo invadía la incertidumbre, como esperando que sus labios articularan alguna palabra que lo librara de arrebatarle la vida, pero ambos sabían que ya era tarde. Su osadía permitia a la joven permanecer inmóvil y conteniendo la respiración aguardando aquel doloroso impacto, frente a ella, su salvador y su asesino, que parecía sentirse culpable por cada segundo de permanecer en su posición.

El aire era denso y más alla se su visión, tras el joven cazador Pete se aproximaba con audacia, propinándole una golpiza que lo deja inconsciente en el suelo. El reclamo enfurecido de ella tratando de recobrar la compostura le permite al vampiro notar la marca de colmillos en su cuello, ni si quiera fue necesario oir explicaciones pues ya sabía quién había sido el responsable.

-Tenemos que irnos Eudoxia, corre a refugiarte, no tarda en iniciar tu transición. Buscaré al sacerdote Fred, el podrá ayudarnos con esto. -Su expresión era imperturbable.

-Pete, yo... lo siento tanto... -Lagrimas desbordadas resbalaban por sus mejillas.

-Es tarde para arrepentimientos Eudoxia. Víctor pagará muy caro esto, ahora vete. Me encargaré de este maldito cazador.

­-¿Qué? ¡No puedes matarlo Pete, me ha salvado la vida!

Pete tomando al joven por el cuello responde -El es uno de esos cazadores clandestinos Eudoxia, por años han exterminado muchos de los nuestros. Debe morir.

-Perdónale la vida por favor, por esta vez permite que un humano viva.

Las palabras deEudoxia resonaron en la cabeza de Pete, quien cediendo a la petición de subella protegida permite que el joven viva advirtiendo que no habrá una segundavez.


EUDOXIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora