EUDOXIA

CAPITULO I Parte I

CAPITULO I

Nueva Orleans, otoño de 2004.

El sonido del viento azotando las ventanas retumbaba en los oídos de Eudoxia, odiaba las ventiscas porque le recordaba aquel frío invierno en el que un horrible vampiro había asesinado a sus padres frente a sus ojos, dejándola sumergida en la soledad y melancolía. A partir de entonces, continuó su vida en compañía de un joven vampiro llamado Pete, quien con el tiempo se convertiría en su más fiel protector, que tras los muros de aquella guarida intentaba mantenerla a salvo de los peligros del exterior, refugiándola en una falsa nube de seguridad.

Los rayos de la luna lograban filtrarse a través de los muros de la fortaleza bañando de luz el bello rostro de Eudoxia, cuya gélida mirada reflejaba obscuridad e incertidumbre; había pasado mucho tiempo ya desde que se sintió viva por última vez, añoraba tanto sentirse rodeada de vida, el sol sobre su piel, la lluvia tórrida y el césped húmedo entre sus dedos. El deseo por admirar el firmamento fuera de aquel lugar la invadía a diario, esa noche fría y solitaria fue el impulso que necesitaba para atravesar el umbral, sintiendo desde sus entrañas una familiar sensación de miedo que por poco la obliga a retroceder. Añoraba la compañía de Pete, que durante diez años había sido el único con el que había mantenido contacto, aún no podía entender como aquel gentil vampiro formaba parte de un clan tan vil como el Sabbat y al mismo tiempo mostraba devoción y lealtad hacia ella.

Desde la muerte de sus padres, las tragedias que aparecieron en Nueva Orleans no tenían cese, el terror obligó a los habitantes a sucumbir ante los caprichos de aquellos monstruos, pero quienes no lucían rostros pálidos ni grandes colmillos, eran quienes pagaban por el pecado de aquel tiempo, en el que la única guerra que existía era contra la cofradía, quienes amenazaban con dejar al descubierto la existencia de los vástagos en la ardua persecución del elixir de la vida... Sangre.

Afuera, tal como esperaba la joven, solo podían oírse gritos ensordecedores de las inocentes victimas de aquellas bestias. En mis mejores años yo mismo fui verdugo, la sensación de la sangre directo de la vena, cálida y deliciosa es indescriptible, algunos solo no podían contener sus impulsos y terminaban por cercenar el cuello de sus presas.

Eudoxia caminaba a toda prisa y a medida que se alejaba del refugio donde la mantenía a salvo, aumentaba la sensación de persecución sobre sus hombros; sombras distorsionadas se formaban a su alrededor y más tarde desaparecían al ser observadas con detenimiento.

Inteligentemente, la bella Eudoxia sabía cómo ignorar sus temores y luego de preguntar en tres ocasiones "¿Quién anda allí?" sin obtener alguna respuesta distinta a los sonidos débiles que se perdían en el viento, decidió atribuir su cabeza mortificada la idea de ser perseguida por Víctor, pero no pudo evitar sentir un deje de arrepentimiento al reconocerse que por desobedecer a Pete estaba envuelta en esta situación.

Víctor lideraba el grupo de vampiros del que Pete formaba parte, quienes aceptando su naturaleza monstruosa atentaban contra cualquier expresión de humanidad, por lo que Eudoxia en su condición de mortal, debía permanecer alejada del peligro. Tras la caída de Aurora Azael, líder vampírica de la camarilla del Norte, clan cuyas costumbres se regían por la mascarada, las calles de N. Orleans fueron invadidas por vástagos Sabbat pertenecientes al clan del sur, por lo que se desató una batalla entre humanos y bestias en donde el dominio del territorio y el bienestar de sus habitantes era lo que estaba en juego.

Víctor, quien a partir de que por sus propios medios descubriera que el secreto que con tanto recelo guardaba su rival Pete era Eudoxia Azael, se obsesionó con hacerla suya y la venganza se apoderó de sus pensamientos. Un par de veces había intentado persuadirla con la idea de convertirla, pero antes sus negativas el odio por ella crecía en su interior como una llamarada ardiente.