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- PASEO DE LA VERGÜENZA -

Esa perra de Cass, se había llevado a casa a Finn con ella anoche. 

Después de toda la mierda que había puesto anoche, había encontrado a Finn en los tragos de la barra bebiendo vodka. 

También había comenzado abiertamente a estar con Cass, y abiertamente había querido golpearlo en la cabeza con uno de los mugrientos taburetes de la barra y arrastrar su trasero de nuevo a mi auto. 

Cuando traté de convencerlo para que se fuera conmigo, descoordinadamente había agitado los brazos alrededor, me dijo que estaba bien y que Cass lo llevaría a casa. Ella me había disparado una mirada de suficiencia y continuó con él. 

Si ese idiota había tenido sexo con Cass anoche estaba a punto de perder mi mierda. Si se las había arreglado para conseguir joderse lo suficiente como para tener sexo con ella, estaba a punto de decirle exactamente que se fuera al diablo. 

Tres encuentros con Cass, y Finn se había puesto innecesariamente bebido dos veces y dejado caer su basura. No era que tuviera un problema con que se emborrachara; obviamente, yo lo hacía regularmente. Si no podías permitírtelo, entonces no era un hábito con un problema. 

De todos modos, mi problema con Finn bajando la guardia alrededor de Cass era que sabía que solo estaba usando el alcohol como una forma de arrastrarse de nuevo en su vida. Igual que sabía que el alcohol era su mejor compañero de ala. En realidad, creía que la chica estaba tan loca como para hacer cualquier cosa por mantener a Finn en su vida, como embarazarse. 

Soltando un suspiro, seguí con mi pluma mis pensamientos acerca de Kira en el diario, agradecido de tener una salida para mis mezcladas emociones. 

Besar a Kira abrió un montón de sentimientos que no sabía que podía sentir. Besarla fue como encontrarme a mí mismo por primera vez.

Tal vez eso era lo que me hacía querer protegerla. Algo había crecido en mi pecho, una sensación de rabia al pensar que ese pendejo había puesto sus manos sobre ella. 

Parpadeé hacia las palabras que había escrito, una extraña mezcla de ansiedad y nervios en mi estómago. Nunca había habido un momento en mi vida cuando habría pensado que me sentiría de esta manera acerca de una mujer, por no hablar de Kira. Había sido el blanco perfecto para perseguir. He estado aquí por un par de semanas, cuando mucho. Seducirla, acostarme con ella, y luego irme. 

Pero ahora esos otros sentimientos se mezclaban con mi intención original. Ella no era una conquista fácil, era una de las más difíciles. 

Sinceramente, no estaba seguro de si aún sentía algo cercano a lo que estaba sintiendo. Sin duda estaba sintiendo algo, pero no estaba muy seguro de si estaba en el mismo nivel que lo que estaba sintiendo. 

—¿Harry? —La voz de Joe me sacó de mis pensamientos.

Levantando la cabeza, lo encontré de pie en la entrada de la sala de estar con dos cervezas en las manos. 

—¿Tienes un minuto para tomar una copa? —preguntó, dando pasos pesados hacia mí. 

En un movimiento fluido, cerré mi diario, adjuntando la pluma a la tapa posterior, y lo deslicé firmemente bajo mi pierna. 

—Gracias, Joe —dije, tomándola de él y estudiando la desconocida etiqueta. Hoegaarden. 

—Está fabricada en Bélgica —explicó, hundiéndose en el otro extremo del sofá de felpa—. Cass fue quien me la presentó. Es uno de sus favoritas. 

Hoegaarden.

Qué apropiado. 

—Hmm. —Tomando un trago decente de la botella, dejé que los sabores subieran a mi boca; gruesa, con mucho cuerpo, a trigo. Era jodidamente buena—. Esta no es la mierda que Finn suele beber. 

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