Capítulo 9: El castigo

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Temblé de pánico y vi como Tyler se alzaba de la silla, observándome con furia en los ojos. Me agarró del brazo y tiró con fuerza, aplastándome contra su pecho. Me arrancó con fuerza el parche, enseñándoles a todos el chupetón. Aunque intenté ocultarlo con las manos, no pude, Matt me las mantuvo tras mi espalda.

- ¿Quieres que te haga otro como castigo?

Tyler pronunció esa pregunta en voz muy alta. ¡Cabrón! Todo el mundo lo debía de haber oído. En menos de media hora, todo el instituto lo sabría.

- ¡Muérete!

Me sorprendía el odio que sentía en mi interior. Era como un grifo abierto. Por más que quisiese, ya no podía cerrarlo.

- Respuesta errónea.

Me puso sobre su hombro, clavándome el hueso de la cadera y me sacó de allí; seguido por Matt, quien no sonreía ni un poco. Pedía ayuda a gritos, pero nadie me ayudaba. Ni los profesores hacían mención de echarme una mano. Lágrimas caían por mis mejillas y Matt las veía, pero no decía nada.

Entramos en un laboratorio de física y química que estaba vacío. Matt se apoyó sobre la puerta y se cruzó de brazos. Tyler me acercó a la mesa de la profesora, empotrándome contra ella. Estaba de espaldas a mí.

- Matt, ¿Crees que unos azotes la ayudarán a no tener la lengua tan suelta?

Me paralicé. Debían decirlo en broma. No podían decirlo en serio.

Matt se pasó la mano por la mandíbula, mientras se acercaba. Me miró de arriba abajo y dijo:

- Yo preferiría castigarla de otra manera, - me sonrió pervertidamente - pero algo me dice que para eso aun no está preparada.

Tyler pasó la manera por mi trasero, acariciándolo y yo temblé.

- Sí, un buen castigo sería que te follásemos los dos. Uno por tu coño y otro por tu culito, pero estoy seguro de que no quieres. ¿O sí?

Sollocé y forcejeé con las pocas fuerzas que me quedaban. Tyler sujetó con fuerza mi cabeza desde la nuca y me acercó a él.

- Como no te quedes quieta, te va a doler más. ¿Quieres eso?

Lloré y negué enérgicamente con la cabeza. Jamás había tenido tanto miedo como en aquel momento. Era virgen y, si practicar sexo con Alex ya me paralizaba, no quería imaginar lo que sentiría al ser violada por esos hijos de puta.

- Me parece Tyler que nuestra chica ya lo va entendiendo. Bastará con unas buenas palmadas en el culo.

¡No, no, no! No iba a permitir que me pegasen. Jamás de los jamases les iba a dejar que me tocasen un pelo.

- ¡Fuera! Dejadme en paz, joder. ¡Soltadme! - lloraba mientras les gritaba.

- Shhhhh, ya es tarde para arrepentimientos. - me aclaró Tyler. - La próxima vez no nos faltarás el respeto.

Intenté golpearles, pero Tyler me echó hacia delante, dejando mi cuerpo apoyado sobre la mesa y mis pies en el suelo. Matt impidió que pudiese levantarme y tenía la mejilla aplastada sobre la mesa. La estaba empeñando de lágrimas que no dejaban de caer por mi rostro.

- Vamos a hacer una cosa. - dijo Tyler mientras me subía la falda a la cintura. ¡Deseaba morirme en aquel momento! - Si no te resistes, solo serán diez azotes, pero si lo haces, estaremos hasta que lo tengas tan rojo como una manzana, ¿entendido?

Ni si quiera le contesté. Pensaba que empezarían los golpes, pero para mi mayor mortificación, deslizaron mis bragas hasta mis tobillos. Me agité e intenté arañarle el rostro, pero Matt me paró antes de que me diese tiempo.

Mis amados mafiososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora