Capítulo dos. Dos personas, cuatro caras.

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Pero Abby no oyó la risa. Tomó un sorbo de su copa mientras escrutaba a Violet con una mirada celosa, casi peligrosa. Con esos ojos azules la indicaba que tuviera cuidado con sus movimientos y Violet lo entendió perfectamente, pero eso no la acongojó.

Mientras tanto, el príncipe Noah se paseaba por la estancia, entablando conversaciones, memorizando nombres y ligando a más no poder. Sonreía pícaramente a cualquier seleccionada que descubriera observándole, tenía mucha cercanía con aquellas con las que hablaba, hacía bromas y besaba mejillas. Al rato llegó a parar al grupo de Violet.

—Señoritas, no podía esperar a conoceros—dijo mientras se unía a ellas con unos últimos pasos.

—Príncipe Noah—exclamó Abby, cambiando su actitud descaradamente—, encantada de conocerle finalmente—dijo ofreciéndole su mano.

Noah la cogió con suavidad y presionó sus labios sobre ella.

—Lady Abby, de Ángeles creo recordar. Es genial conocer a alguien de casa—bromeó.

—Sí, así uno se siente más a gusto—observó Abby con una sonrisa angelical—.

—Lady Zhen—dijo e hizo el mismo gesto que con Abby—, jamás he tenido la oportunidad de visitar Atlin, pero si eres tú mi guía no me importaría viajar tan lejos.

Ese comentario hizo ruborizar a Zhen, que miró hacia el suelo un segundo hasta volver a alzar la mirada con timidez.

—Me alaga, alteza. Atlin es un lugar impresionante, tenemos mucha influencia de China así que es bastante diferente a Ángeles.

—Por favor, os ruego a todas que me tratéis solo como Noah, es mucho más formal y me siento más cómodo—todas las seleccionadas alrededor asintieron. Se giró hacia Sheila y la miró de arriba abajo con una mirada de aprobación—. ¿Lady Sheila? Había visto fotos tuyas, pero la realidad es mucho mejor que un papel bidimensional—la alagó.

Sheila sonrió e hizo una pose divertida para el príncipe.

—Gracias. Es un placer conocerte por fin—se acercó y le besó ambas mejillas.

—El placer es todo mío—respondió él mirando quince centímetros más abajo de su cara.

—¿Y tú? ¿Cómo te llamas?—preguntó el príncipe, reparando, por último, en lady Violet, pero sin molestarse en leer su broche.

Violet puso una mano en su cintura y apoyó el peso en su pierna derecha. Definitivamente no le gustaba aquel chico. Parecía tener dos caras y la que mostraba en aquel momento no era para nada algo que a ella le gustara, pero la que mostraba en los Reports tampoco era muy alentadora. Miró desafiante al príncipe y dijo:

—¿Acaso importa? No es como si fuera a quedarme mucho por aquí—cortó tras mirarle desde los zapatos hasta la punta del fino pelo castaño.

Noah levantó una ceja y, por una vez, pareció quedarse descolocado. Se recompuso rápidamente.

—Vaya, qué amable eres—dijo irónicamente y leyó el broche—, lady Violet—terminó la frase en un tono casi fastidioso.

Violet le imitó, levantando una ceja y cambiando el peso de un pie a otro, soltó un bufido de desprecio y se alejó. Lo que no vio al darse la vuelta fue el leve movimiento de cabeza que hizo Noah, o la sonrisa casi imperceptible, interrumpido de repente por lady Abby. Su atención volvió al resto de hermosas seleccionadas que se morían por hablar con él.

A grandes zancadas y muy enfadada por la actitud del príncipe, Violet salió del salón. Pauline le pidió que se quedara, pero Violet era tozuda. Abrió las puertas y salió, recorriendo uno de los incontables pasillos del castillo, caminando sobre alfombras rojas, observada por todos los retratos de las paredes.

Doble Elección (Orígenes de la Selección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora