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La arena bajo sus pies parecía ser lo más interesante en ese momento, además del ir y venir de las olas del mar.


El día estaba despejado, ni una sola nube, y el Sol brillaba intensamente en lo más alto sin perdonar a nadie esa mañana.

Decenas de familias se juntaban en aquella famosa playa como cada verano, Sokcho. Y, como cada verano, niños y niñas de diferentes pueblos y ciudades se juntaban para hacer nuevos amigos y jugar. Eso es lo normal, ¿no?


El pequeño Changkyun, de cabellos oscuros, piel pálida y ojos gatunos, levantó la mirada de sus pies y dio un rápido vistazo alrededor sin mover la cabeza, limitándose a mirar de reojo hasta donde sus ojos se lo permitían. Sí, eso es lo normal. -se dijo para sí mismo, una vez más.

Cada verano era lo mismo. Las clases finalizaban, a sus padres se les antojaban vacaciones en ''la casa de la playa'', y él simplemente actuaba como una marioneta. Si mamá decía ''Vamos a la playa'', Changkyun iba; si mamá decía de ir a comer un helado, Changkyun tenía que ir; si papá decía ''Vamos a pasear por el pueblo'', Changkyun iba sin rechistar, aún queriendo quedarse en su habitación por el resto de sus días. Sin importar lo que le apetecía, sin importar lo que pensara, sin importar lo que sintiera, Changkyun hacía lo que se le decía. Según ellos ''por su propio bien''; para él, por obligación.

Aquella mañana no era muy distinta a todas las demás. ¿Inconveniente? Iba obligado como siempre. ¿Ventaja? No tenía porqué hablar con nadie si no quería.

Suspiró por octava vez en los 20 minutos que llevaba en la playa y devolvió la mirada a sus pies. Si no fuera por la cantidad de personas que había en la playa, de seguro el agua estaría cristalina. No obstante, la marea estaba en calma, y eso le gustaba.

Changkyun seguía el lento vaivén de las olas con los ojos, casi entrando en un estado de hipnosis por el relajante y repetitivo movimiento. Estado que fue interrumpido bruscamente.

El pequeño que hace un momento se encontraba seco y sereno, estaba ahora salpicado de pies a cabeza de agua y con la respiración algo acelerada y entrecortada por la impresión del cambio de temperatura en su cuerpo provocado por las frías aguas.

Con los ojos aún cerrados por la sorpresa y la boca entreabierta, dio el noveno suspiro de la mañana. Esta vez, largo y pesado.

Abrió los ojos que todavía se dirigían a sus pies y levantó la mirada lentamente en un intento de encontrar al culpable, y cuando terminó de levantar la cabeza se encontró con...

Nada.

Bueno sí, agua y personas, pero no lo suficientemente cerca como para ser el culpable de su húmedo estado.

Miró hacia ambos lados, esta vez moviendo también la cabeza. Repitió un par de veces la acción, y cansado de buscar (sí, se cansa muy rápido), maldijo en silencio con claras intenciones de ir a por una toalla, pero cuando se dio la vuelta algo le impidió el paso golpeándose en la canilla con una... ¿Cabeza? Por suerte y el golpe fue flojo, ya lo que le faltaba, llevarse un moretón.

Mientras, el dueño de la cabeza, seguía en la arena de rodillas y cabizbajo. Changkyun se cruzó de brazos observando al individuo en frente suya adoptando una actitud seria.

Cansado de esperar, sin cambiar la postura y su fingida aura de enfado, se inclinó levemente hacia delante para mirar más de cerca a la persona ahí presente.

El cuerpo parecía ser un poco más grande que el suyo y, su piel, un par de tonos más oscura. Llevaba un bañador color granate a mitad de muslo y, a diferencia de él, éste iba sin camiseta.

Como es normal en la playa. -pensó.

Seguía entretenido analizando al sujeto, cuando de repente éste levantó la cabeza, su cara a escasos centímetros de la de Changkyun. Y, como si de un resorte se tratara, éste último dio un salto cayendo de culo a la arena del ''susto''. Sus manos estaban apoyadas a los lados sosteniéndose para no caer de espaldas, sus ojos abiertos como platos, y su cara adoptando un salvaje color carmesí debido a la repentina cercanía de ambos rostros hace unos segundos.

Jooheon, que anteriormente se encontraba cabizbajo, seguía de rodillas, solo que esta vez miraba, curioso, al chico tomate frente a él.

Lo observó durante unos segundos más y, decidido, se dispuso a hacer lo anteriormente planeado (pues tuvo mucho tiempo para pensar en una disculpa por empapar al chico que lo estuvo mirando todo el rato sin decir palabra mientras él se encontraba arrodillado). Ahora, en shock. -pensó.

Cogió aire, cerró los ojos con fuerza, y...

-Losientoporhabertemojado, noeramiintención, perocadavezqueveoaguanopuedoevitarcorrerysaltardeemoción. -soltó rápido. Aún apretando los ojos, se quedó en silencio, esperando una respuesta.

Changkyun arqueó las cejas divertido, ya más calmado. Pero se acordó de que debía mantener un aura disgustada y, antes de que el orejón frente a él se percatara, se incorporó rápidamente, se limpió los restos de arena del trasero, cruzó sus brazos y frunció el ceño para comenzar a hablar.

-La próxima vez, antes de saltar como una cabra loca, acuérdate de que en la playa hay más personas aparte de ti. -culminó con un ''ts'', y miró hacia otro lado, haciéndose el duro. Esto de fingir le estaba siendo bastante difícil, pues realmente él era una persona totalmente pacífica que no acostumbraba a enfadarse con nadie, simplemente pasaba de todo ser viviente con patas que se interpusiera en su camino. Menos los perros, le gustan los perros.

Y, bueno, la razón por la que no pasó olímpicamente del enano-no-tan-enano frente a él, fue simplemente porque le resultó graciosa su forma de disculparse. Nada más.

Jooheon, al oír la respuesta, abrió un ojo con ''miedo'', encontrándose con un orgulloso Changkyun. En cierto modo, el panorama le hizo bastante gracia, pues no todos los días te encuentras a un chico tomate indignado.

Así que, sin poder evitarlo, una amplia sonrisa se apoderó de su rostro dejando al descubierto sus pequeños hoyuelos, haciendo que sus pequeños ojos desaparecieran en una fina línea acompañados de unos pronunciados pómulos.

-¡Jajaj! -se le escapó una pequeña carcajada, que capturó de inmediato la atención del tomate enojado.

Este último le dirigió una mirada asesina al instante, y a Jooheon se le borró la sonrisa de golpe. Disimulando, carraspeó un par de veces antes de volver a hablar.

-Si quieres... -comenzó diciendo, ganándose una ceja alzada de Changkyun como respuesta -...puedo re-recompensarte. -finalizó, un poco inseguro.

El chico tomate-ya-no-tan-tomate lo miró de arriba-abajo, como si no se fiara de sus palabras.

-¿Y cómo piensas recompensarme, si se puede saber? -preguntó con superioridad el afectado.

Changkyun lo miró directamente a los ojos. El orejón quedó pensativo, mirando a todos lados, como si fuera a encontrar la solución en la playa. Cosa que al parecer consiguió.

A todo esto, el chico seguía de rodillas, así que de un salto se levantó y salió corriendo a ''Dios sabe donde''. Segundos después volvía con dos objetos de madera en su mano derecha, la izquierda escondida tras su espalda.

Jooheon, emocionado y recuperando la sonrisa, se paró frente al chico de nombre aún desconocido y sacó su mano de la espalda, dejando al descubierto una pequeña pelota azul.

Bonita. -pensó Changkyun. Pero nunca reconocería eso de su sonrisa, claro está. Sus pensamientos fueron interrumpidos por una voz aguda:

-¿Jugamos? -y Jooheon le regaló la más sincera de las sonrisas.


DO WE PLAY? «I.M x JooHeon»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora