No dormí. Las voces en mi cabeza implantaron el miedo como si siempre hubiera estado ahí, esperando a alguien que lo detonara.
No pude más. Me desplomé. Traté de salir de ese oscuro lugar donde nunca sospeché que pasaría un mal rato.
Busqué en todas partes, pero solo encontré una salida.
Me dispuse a hacerlo. Solo quería, por fin, salir de esa oscuridad e ir a la intensa luz que me esperaba, pero ella nunca llegó. Por más que la llamé y la invoqué, nunca se presentó.
Mi vida ya no era negra, si no roja.
