My World

Capítulo 4: "Una bella historia de amor."

Reaparecí en lo alto de la torre. Hikari dijo que Ai... Espero que ella esté bien.

-Ai...

-Dime - contestó ella.

-¡¿Dónde estabas?!

- Me estaban haciendo pruebas. Quizá me deshechen.

-¿Y eso?

-Porque mis fuerzas están llegando al límite. Me muero, Tsuki...

Me senté en el duro suelo de roca.

-Tranquilo, - dijo ella. Sentía que sonreía. - aguantaré por ti. Aguanta tu también.

- Lo haré. ¡Espérame!

Ai... Por que... No te vayas...

-¿Te acuerdas?

-¿Eh?

-Cuando cierto señorito perdió mi pelota favorita - me recordó.

- Ya te dije que lo siento.

Es verdad, me había olvidado de aquel día.

Fue poco después de conocernos. Ai llevaba una pelota de plástico que le gustaba mucho.

Empezamos a jugar y, sin querer, la tiré al río.

-¡Tengo que recuperar la pelota! - insistía ella.

Me tiré al río en busca de la pelota de mi amiga.

El agua estaba helada, pero no me importaba. Todo por ella.

Cuando la encontré estaba muy lejos de casa. Tampoco me importó.

Fui caminando poco a poco hasta la casa de Ai.

Cuando se la devolví, estaba muy contenta.

-Tonto - dijo Ai. - No debiste hacerlo.

-Quería hacerlo.

¿Por que siempre se hace la fuerte...? Me da rabia.

-Tengo que marchar - dijo Ai. - Mañana contacto contigo.

-Vale. Dulces sueños.

No contestó. Ya se había ido.

-Señor, ¿para qué quiere al chico? - preguntó uno de los lacayos de Electro.

Este sonrió y río malevolamente.

-Yamato se libró de mí, pero ese chico es la clave para encontrar al Creador.

-¿El Creador?

-Si logro acceder a él... Todo será mío.

Electro salió de la sala de control.

Buscó una habitación en concreto y entró.

-Aimi... ¿Dónde está ahora? - preguntó Electro amenazante.

-Ya ha hablado con Hikari... - desembuchó Ai. - No conseguirás nada de él.

-Sí lo haré. Sólo es cuestión de tiempo.

-Ayúdame... Tsuki.

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Hikaru dijo que debía recolectar una serie de piedras...

Perdido en medio del desierto no iba a hacer mucho. Decidí empezar a caminar.

Tras varias horas de intenso esfuerzo, llegué a una zona donde crecía hierba.

Alcé la mirada y conseguí disipar un pequeño pueblo bastante cerca de mi posición.

Lleno de esperanza por encontrar agua, comencé a correr con las pocas fuerzas que me quedaban.

-Agua... - decía sin parar. La gente del pueblo me miraba con mala cara. No dejaban que los niños me miraran.

Por fin, vi una fuente. Corrí hacia ella, coloqué las manos debajo del flujo de agua y, cuando vi que era suficiente, me lo llevé todo a la boca.

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Cuando terminé de hidratante, vi varias miradas clavadas en mi.

Los habitantes del pueblo no parecían muy amistosos. Uno de ellos, el que parecía el más fuerte, me cogió y me llevó a una vivienda muy grande.

Me plantó en un despacho y allí quedé. Temía haber hecho algo mal...

-Siéntate - ordenó una voz. Era un hombre anciano. Vestido con un traje de campesino. - Toma asiento.

Me senté en la silla que estaba frente su mesa de trabajo. Él estaba sentado en una gran silla.

-Tenemos que hablar...