Capítulo 5

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El sol comenzaba a arder abrazante sobre los cuerpos desnudos de Lou y Marco, ambos estaban enredados uno en el otro, como unidos por la naturaleza. 

Los ojos de Lou se abrieron lentamente cuando el sol golpeó su rostro. Ella se encontraba bajo los brazos gruesos y calurosos de Marco, la atrapaban como si nunca quisiesen dejarla ir. Lou se estremeció bajo su cuerpo y cerró los ojos de nuevo para disfrutar del momento. Sonrió como una tonta y hundió su rostro en el pecho de su amor. Él sintió el cosquilleo de la nariz de ella y se estiró. 

Marco abrió los ojos lentamente y miró hacia el techo, sintió una presencia a su lado y volteó el rostro hacia ella. Abrió los ojos dramáticamente al ver a Lou a su lado. Se sentó en la cama alarmado vio que sus dos cuerpos estaban completamente desnudos.

—¿Qué estás haciendo aquí? —reclamó espantado.

A Lou se le paralizó el habla. Ella no esperaba que esto sucediera.

Marco se salió de la cama de inmediato y entró en el baño sin mirar atrás.

Lou también se levantó se puso su ropa interior. No sabía qué iba a pasar ahora, pero nada parecía seguro. Miró su vestido roto y se quemó las neuronas pensando cómo iba a irse vestida ahora. ¿Por qué Marco se ponía así? ¿Acaso no recordaba nada?, pensó Lou.

Un grito ahogado se escuchó proveniente del baño. Lou se quedó paralizada. La puerta del baño se abrió a continuación y Marco salió tirando por los mil demonios.

—¡Eres una zorra! —gritó Marco. Tomó del brazo a Lou y la estampó contra la cama con fuerza.

Lou lo miraba como un perrito asustado.

—¡Te aprovechaste de mi estado! ¡Me violaste! —le gritó. La haló de los pies y la tiró al suelo.

—Marco, yo no hice tal cosa. Tú te pusiste muy rudo y yo…

—¡Yo bajo los efectos del alcohol y tú ni corta ni perezosa me desvirgaste! ¡Eres una violadora! ¡Voy a demandarte! —la haló del cabello por el piso unos cuantos metros.

Lou se tomaba la cabeza llena de dolor y contenía sus lágrimas.

—Marco, yo no sabía que tú nunca habías tenido relaciones —se disculpó Lou en un lloriqueo.

—¡Ah, y tú sí! ¡Te has acostado con miles de hombres, seguramente! ¡Quién sabe cuántas asquerosas enfermedades me pasaste anoche! —la levantó del cabello y la estampó contra la pared.

—Marco, me estás lastimando —lloriqueaba.

—¡No me importa! —la despegó y la volvió a estampar—. Me das asco, y por tu culpa ahora yo también me doy asco. ¿Cómo pude revolcarme con una sucia, pobretona y masoquista de mierda? —masculló entre dientes.

—Por favor, suéltame —suplicó Lou.

—¿Tú crees que voy a dejar que mis padres vean que me he acostado con una puta? ¡Te sales por la ventana! Y ojalá te mueras en la caída —la tomó del cabello hasta la ventana.

Lou miró hacia abajo, estaba demasiado alto para saltar. 

—¡Anda! —le gritó Marco en el tronco del oído.

—N-N-No pued-do saltar t-tanto —balbuceó Lou.

—¡Agh! —la empujó hacia adentro de la habitación.

—Conque te gustan los golpes, ¿eh? —Marco tomó su cinturón del suelo.

Lou negó con la cabeza mientras se arrastraba por la pared hasta el suelo, se toma el pelo tratando de suavizar el dolor de su cuero cabelludo y sus lágrimas rodaban sus mejillas inundándolas de sal y dolor.

Malas decisionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora