Un Cupido para todos.

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Querido Cupido...

Astrid empezaba a escribir su carta, estaba decidida a terminar esa carta, así le costara todo el día en el parque. Sintió la brisa del viento recorrer en los mechones de su cabello, vio su carta, ya estaba lista, la doblo en cuatro partes y la metió en el sobre color rosa, no era un color que le gustara, pero a la persona a quien iba dirigida, no le parecería malo. Miro el sobre, ya estaba todo listo, soltó un suspiro y se sintió un poco tonta por ello.

Según contaba la leyenda, si querías pareja, se lo pedias a Cupido y este hacia que te enamoraras por completo y tu amor seria correspondido. Pero para poder contactar con él, debías de escribirle una carta y dejarla volar al viento, así él la leería y en un par de días, terminarías enamorada, siempre y cuando fuera un deseo del corazón y no por ambición.

Volvió a mirar su carta, "Ya debo de haber enloquecido", pensó, suspiro muy profundo, se quedo sentada en el frio pasto y miro al cielo, la brisa le agradaba y bastante, el viento se hizo un poco más fuerte, logrando quitarle de las manos la carta a Cupido. Astrid corrió tras ella con sus todas fuerzas, no le sería muy agradable que alguien conocido la leyera y se burlara de ella. Su carta por fin se había detenido en la cara de un muchacho, pero se había detenido. Él quito el sobre de su cara y vio la suave caligrafía de esta, solo había una frase en el, pero lograba reconocer la caligrafía y sabia a quien le pertenecía, para su sorpresa, se confirmo lo que ya sabía, era de Astrid Hofferson.

- Querido Cupido... - leía el muchacho el sobre color rosado, mientras Astrid se molestaba - vaya Hofferson, nunca pensé que tú, entre todas las chicas, escribieras una carta para Cupido.

- No es asunto tuyo Haddock - le contestaba Astrid molesta - por favor, ¿Me puedes devolver mi carta? Es algo personal.

- Ten - le respondía él indiferente - deberías tener más cuidado, aparte la leyenda dice que debes quemarla, ya que sus cenizas serán llevadas por el viento y así Cupido leerá tu carta - él vio como ella se sorprendía y abría los ojos con asombro, se había dejado llevar - aunque - volvía hablar él con una sonrisa de egocentrismo y burla - yo digo que es patético, eso de enamorarse de verdad, es solo un mito, no existe.

Astrid ahora sentía enfado, sabía que él se burlaría de ella, tarde que temprano, pero lo haría.

Hiccup Haddock, el chico más odiado por los chicos y el más amado por las chicas, hijo del primer ministro de noruega, inteligente y muy guapo o como la mayoría de las chicas de la escuela decían, sexy. Él era de tez muy clara, de ella le resaltaban las pecas en sus pómulos, sus ojos eran grandes y de color verde como las esmeraldas, su cabello era color caoba, alto, de buen cuerpo y acompañado por un gran sarcasmo y egocentrismo.

Astrid e Hiccup se conocían desde que eran niños y habían sido grandes amigos, pero desde hace años ni uno, ni el otro se soportaban, su relación había cambiado de amistad aun severo odio.

- Y dime, ¿Qué haces solo en el parque? - le preguntaba ella, para aligerar el ambiente - ¿Acaso te abandono una de tus chicas?

Hiccup la observo por un momento, no se había dado cuenta que ella ya era más alta, no tanto para alcanzarlo, pero si había dado su estirón, su cabello rubio ahora lo llevaba recogido en una trenza hacia un lado, sus enormes ojos azules eran fuertes y profundos, adornados por unas pestañas largas, su tez seguía siendo pálida. A pesar de que Astrid era un año menor que él, ella era muy audaz, inteligente y bastante activa, era una chica fuera de serie, pero eso no cambiaba el hecho de que se llevara mal con ella.

- Ya deberías de saber, por la reputación que se me da, que a mí no me interesan las chicas y mucho menos los chicos, antes de que preguntes - le contestaba él recogiendo el libro que estaba en el pasto - me da igual que anden tras de mí, yo no creo en el amor, las chicas son idiotas por enamorarse de mí, yo no soy un objeto el cual puedan catalogar - ella solo lo observo, él soltó el aire de sus pulmones y continuo - y respondiendo tu pregunta, no, no me abandonaron, solo bien a leer un poco, quería paz por un momento y la tenia, hasta que tu carta a Cupido me golpeo la cara.

Querido Cupido... ¡Tú me odias!  (Hiccstrid: Modern AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora