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querida charlotte:

recuerdo ese día, fue uno de los peores.

se suponía que serías mi paraíso, mi medicina, pero... terminaste siendo un completo infierno en llamas.

12 de enero del 2015

Residencia Styles, Los Angeles

5:37 p.m.

—Así que, ¿crees que para el sábado mejore, Harry? —preguntó Charlotte sentada en el mueble de la esquina en la cocina.

Movía los pies; adelante y atrás, adelante y atrás. Se veía nerviosa. Estaba nerviosa.

— ¿Porque estás tan nerviosa, bebé? —preguntó Harry curioso.

— Es que... hay un chico y...

¿Por qué preguntó en primer lugar?.

—...quiere invitarme a salir, pero no quiero salir viendome así, Harry.

En realidad, Charlotte había decidido ignorar aquello que la confundía mucho algunas veces. Le quería dar una oportunidad a este chico; Charlotte pensaba que aquella atracción que sentía era un simple capricho y sabía que con este chico podría desaparecer.

O al menos eso esperaba.

— Yo te veo bien —dijo Harry tratando de contener sus celos, pero al final de cuentas no era quien para sentir celos, después de todo ellos no eran nada.

— Pero tú —murmuró— quiero verme bien para él. No con la nariz roja y la voz ronca.

— Bebé, te ves hermosa en cualquier estado —dijo dándole animos mientras cortaba las verduras para la cena.

Y Charlotte se tenía que controlar; en serio. Cada vez que Harry la llamaba así, sentía algo inexplicable e incluso podría jurar que eran mariposas. Pero Charlotte no era tan cursi.

— Podrías darme algo para que me pase—dijo aún moviendo los pies— no quiero contagiarlo con mi enfermedad.

Ella solo quería ver si Harry presentaba algún tipo de señal; algo que le dijera que la veía más que como una hermanita.

Pero Charlotte era distraída a veces.

Harry casi se corta el dedo cuando dijo eso y realmente tuvo que calmarse; disimular. Y vaya qu era un maestro en eso. Era absurdo sentir celos, por Dios.

— Claro, recuérdame antes de que te vayas.

{•••}

Charlotte tomó el tenedor y comenzó comer tranquilamente.

—Harry, ¿crees que puedas acompañarme a comprar algo para mi cita? —dijo de repente con emoción en su voz.

Haría lo que fuera por ella.

—Claro, no veo el por qué no —dije feliz.

Ultimamente la adolescente ya no tenía la misma energía que hace un par de años. Incluso Harry lo notaba; la veía más apagada, marchita; incluso sus ojos se habían puesto grises.

Y Harry se preocupaba de maneras que nadie jamás entendería.

— ¿Que tal si vamos ahora? —sugirió.

Ella lo miró con sus ojos dulces y dormilones, con un destello en ellos.

A Harry encantaba ser la razón.

querida charlotte; hs [descontinuada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora