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Con todo lo que había sucedido casi olvido el ensayo de la boda de Emily, debía asistir porque era uno de los personajes principales y no podía equivocarme durante la ceremonia.

Miré mi rostro en el retrovisor, lucía de espanto. Me había quedado hasta las cinco de la mañana leyendo el diario de Katherine, todas esas descripciones de cómo Daniel la sometían me habían mantenido despierta, además de generar pesadillas en las que yo era sometida.

Me maquillé antes de bajar del auto, esperando que eso cubriera mi desvelo, pero no tuve éxito.

Emily me estaba esperando en la entrada de la iglesia con su futuro esposo, un hombre alto y de facciones perfectas; guapo, pero humilde.

─ ¡Natalie! ─Dijo emocionada, me besó la mejilla y sonrió. ─Él es Carlos.

Saludé con un brazo al chico y le recalqué lo afortunado que era al encontrar una chica como Emily. Yo no la conocía muy bien, pero Katy no dejaba de decir lo buena persona que era y que se merecía toda esta felicidad.

Desvíe mi mirada hacia el interior del establecimiento, era acogedor e iluminado gracias a las ventanas que se encontraban en el techo.

─Es un lugar hermoso. ─susurré

Miré al centro, donde se encontraba un Cristo lleno de brillo. Pero a los segundos vi a otro hombre, también parecía brillar al centro de la iglesia y estaba mirándome fijamente.

Mi estómago se apretó, sentí náuseas y mareos, como si me fuera a desvanecer en cualquier momento y cayera en un agujero negro.

─ ¿Qué hace Maximiliano aquí? ─Le dije a Emily casi sin respiración.

─Él es mi testigo y padrino. ─dijo Carlos.

Los miré a ambos, por alguna razón me sentí traicionada. Quizás Katherine no le había mencionado a su amiga lo que había sucedido, pero todo el mundo sabía que él era mi exnovio.

─Perdón, no quise decirlo porque sabía que te negarías. ─Em estaba preocupada, su expresión me lo decía todo. Por un momento me sentí mal, ella era la novia, no podía hacerla llorar.

─No te preocupes. ─Traté de sonreír y entrar a la iglesia sin que las piernas me temblaran.

Me acerqué a Max y le ofrecí la mano en forma de saludo. Él se quedó mirándome y tomó mi extremidad con suavidad. Que extraña se sentía su piel sobre la mía luego de tanto tiempo.

Emily nos presentó a la organizadora de su matrimonio, una chica alta y de piel morena. Ella nos indicaría cada paso que daríamos dentro del recinto.

─Natalie, tú entrarás antes que la novia, con un ramo de tulipanes blancos y una sonrisa de oreja a oreja.

Estaba en la puerta de la iglesia y lo único que veía era a Max esperándome al otro lado, junto al padre que llevaría a cabo la ceremonia. No podía sonreír si él me miraba como si lo torturaran.

─ ¿Natalie? ─dijo la chica.

─Si, ese día sonreiré.

Caminé lentamente, fingiendo que tenía un ramo en las manos y mirando fijamente al Cristo para que Max no me desconcentrara. Llegué a su lado y desvíe la mirada para no cruzarme con la suya, el novio tomó su lugar y la novia comenzó a entrar tan emocionada como si en realidad hoy fuera ese día especial.

─El padre dirá la ceremonia. Max, tú leerás el evangelio. Y Natalie, tú el salmo. ─Ambos asentimos al mismo tiempo. ─Luego, de la reflexión del evangelio, a pedido de los novios, los padrinos tomarán esta cinta roja y dirán unas palabras.

DesobedienteWhere stories live. Discover now