Me despierto y me dirijo al baño, tengo los ojos rojos de haber estado llorando la mayor parte de la noche, tengo ojeras por no haber dormido bien y siento como si un camión me estuviese pasando por encima. Miro mi teléfono y me encuentro quince llamadas perdidas de Elizabeth y treinta y ocho mensajes suyos. También hay dos llamadas de dos números desconocidos distintos. Hoy trabajo todo el día así que me preparo para ir. Cojo el uniforme, las llaves de casa y mi teléfono para ir andando al trabajo. Me encuentro con Elizabeth en la entrada de mi casa detrás de ella está Matthew.
- Hola -me saluda Elizabeth con una sonrisa tímida- ¿quieres venir con nosotros al trabajo?
- Prefiero ir andando -le respondo tajante.
- Pareces cansada y Matthew tiene el coche aquí mismo -dice ella insistiendo.
- ¿Por qué estás aquí? ¿Hoy no estás demasiado ocupada como para acordarte de mí?-le pregunto con sarcasmo.
- Kat yo no...
- Olvídate de mí -le digo seca.
Sigo con mi camino hasta la pastelería y una vez llego entro al vestidor. Mientras me visto oigo como entra alguien.
- ¿Por qué estás enfadada? -me pregunta Elizabeth.
- Estoy cansada de que todo el mundo se olvide de mí -le contesto seca.
- Yo comprendo...
- ¿Comprendes? -le contesto de mala manera ella me mira preocupada- Toda mi puta vida he sido olvidada por los demás pero lo he pasado por alto por el mero hecho de que te tenía a ti como a contra peso. Ahora parece que tienes otras cosas que hacer más importantes que decirle un simple "hola, ¿qué tal?" a tu amiga.
- Kat yo...
- No digo que dejes a tu novio, pero sí que al menos cuando estés conmigo me veas a mí, no que no veas a nadie y que sigas hablando con él. Soy egoísta, lo sé, pero me destroza pensar que ahora estoy sola.
- Katherine, yo no quería...
- Déjame Elizabeth, tengo que trabajar.
El día transcurre con normalidad, la gente espera impaciente a que llegue la hora feliz. He decidido hacer un turno extra ya que una de mis compañeras de trabajo está enferma y no quiero hablar con Elizabeth. En la cafetería siempre hay gente, pero ahora que estamos a punto de empezar la hora feliz, está llena hasta los límites.
Entro en la cocina y me dispongo a hacer los cafés maravilla pacífica (vainilla), dulce sabor (nuez moscada), explosión tropical (coco) y alocada excitación (Canela). Todos llevan un segundo ingrediente extra.
Empiezan los pedidos y yo no paro de hace cafés. Cuando falta aún veinte minutos para que termine la hora feliz, yo ya me he quedado sin tazas. Entra Elizabeth con diez pedidos más.
- Ve a buscar a Ann -le digo.
- ¿Ocurre algo? -me pregunta preocupada -¿Estás bien?
- No quedan más tazas- digo sin mirarla.
Tras hablar con mi jefa, ella me da cien euros para que vaya a la tienda del chino a comprar tazas. Mientras ella anuncia que se aplazan los últimos veinte minutos de la hora feliz. Elizabeth viene conmigo para ayudarme con las cajas.
- He llamado a Matt para que venga a ayudarnos con las tazas. Así no rompemos ninguna ¿Te parece bien? -me pregunta con una tímida sonrisa.
ESTÁS LEYENDO
El Jaguar de mi vida
RomanceKatherine es una chica de dieciséis años cuya familia no la respeta demasiado. Ella es inteligente, alta, morena, con ojos marrones, con un complejo de gordura tatuado en su interior. Ella es una chica medianamente feliz lo cual hace que vea el mund...