—Espera… ¡Espera un maldito minuto! ¿Vas a dar una fiesta… en tu casa? ¡¿Para nosotras?! Oh. Por. Dios… ¡Esto es increíble! —Ari saltó y casi volcó el contenedor de objetos punzantes que se hallaba a su derecha.
—Eh, no, enana, voy a dar una fiesta en mi casa para Ellie. No para ti —dijo Jefferson mientras se giraba para mirarme. Sonreí mi más grande sonrisa de “te amo” mientras lo miraba.
—¡¿En serio?! ¡Quiero decir, por fin voy a tener la oportunidad de conocer a tus amigos e ir a una fiesta universitaria! —Estaba a punto de actuar como una total idiota y saltar de arriba abajo. Si Gunner no hubiera estado en la habitación, lo habría hecho.
—Por supuesto que sí, Ells. Sólo te gradúas de la escuela una vez. ¡Es uno de mis regalos para ti! —dijo Jefferson, levantándose para abrazarme.
Me sentía tan emocionada que difícilmente podía contenerme. Cuando miré por encima del hombro de Jefferson, vi esa sonrisa que hacía caer mis bragas de nuevo. Esta vez, no me importó mucho. Le devolví la sonrisa tan ampliamente como podía. Tengo que admitir que creo que me sentía más emocionada al saber que iba a estar en una fiesta donde daba por hecho que Gunner estaría. Había estado en su casa antes, pero Jefferson siempre se aseguraba de que Gunner nunca estuviera en ella.
Vivían en una casa de dos dormitorios que le pertenecía al abuelo de Gunner. Compró la casa cuando Gunner se mudó a Austin para asistir a a la universidad de Texas. Jefferson y Gunner se llevaban bien a los pocos días de conocerse, y Gunner le preguntó si quería quedarse con él en su casa. Fue pan comido. Jefferson habría hecho lo que fuera por salir de casa con nuestra madre alcohólica. Yo pasaba la mayor parte de mis días en la casa de Ari, de todos modos. O mejor dicho, en su mansión. Su padre era un abogado de alta clase, pero nunca sabrías que tienen dinero por la forma en que se comporta Ari. Esa era una de las cosas que me encantaba de ella.
—¿Al menos estoy invitada a la fiesta de graduación de mi mejor amiga, idiota? —preguntó Ari sarcásticamente.
—¡Si ella te quiere ahí, enana, está bien por mí! —dijo Jefferson, frotando la cabeza de Ari como si tuviera cinco años.
—¡Imbécil! —dijo Ari, alejándose de su mano. Jefferson y Gunner se rieron.
¡Por todo lo santo! Esa risa. Como si su sonrisa, su tacto, y su enorme pecho no fueran suficientes para ser mi perdición. Su risa casi me puso de rodillas. Una extraña sensación corría a través de mi cuerpo cada vez que escuchaba reír a ese chico. ¡¿Qué demonios!?
El doctor volvió justo cuando pensaba que iba a entrar en combustión por la mirada que Gunner me estaba dando. Me dio mi prescripción, otra charla de cómo cuidar mi mano y salió por la puerta por la que entramos. Gracias a Cristo. Entre Ari y Jefferson discutiendo y Gunner de pie frente a mí, dándome miradas que me hacían querer rasgar sus ropas de… estaba más que lista para salir corriendo.
ESTÁS LEYENDO
Wanted
RomanceAbusada verbalmente por su madre durante años, Ellie Johnson de dieciocho años siempre creyó que nunca sería amada o deseada por nadie. Centró toda su atención en sus calificaciones y en entrar en la Universidad de T...
Capítulo 3:
Comenzar desde el principio