Aun así, Chanyeol no pretendía emparejarse a no ser que fuera con su pareja destinada, lo que para su madre era un dolor de cabeza y para su padre una patada en los huevos. Su hermana era la única que lo apoyaba en todo el asunto. Ella también había rechazado algunos intentos de su padre por emparejarla y, aunque en su caso no era porque esperara a su pareja destinada, compartía la aversión de su hermano a los matrimonios concertados.

Cuando llegó a su casa, un pequeño piso cerca de la biblioteca en el que vivía solo, suspiró mientras veía parpadear la luz del teléfono que indicaba que tenía mensajes sin escuchar. Genial.

Apretó el botón y dejó que los gritos de su padre llenaran la habitación, reprochándole que ni siquiera se hubiera dignado a aparecer por la maldita reunión prematrimonial. Tras varias amenazas su padre suspiró.

"Ya sé que no te gusta la idea, pero por favor, al menos dale una oportunidad" Chanyeol se sintió mal al oír la punzada de desesperación en la voz de su padre. "Podrías encontrar a tu pareja destinada en uno de estos encuentros igual que en la calle, ¿no? Si no te gusta, prometo no forzarte a casarte con él." Su padre, muy a su pesar, tenía razón. Si no lo veía, no sabría si el destino querría que fuera su pareja. No, sacudió la cabeza Chanyeol. No era posible, los matrimonios concertados nunca eran entre parejas destinadas, no era la forma que el destino quería que se conocieran dos almas gemelas. "He vuelto a organizar la cita para dentro de dos semanas. No me falles."

El silencio se hizo en el apartamento de Chanyeol. Sabía que lo último era una orden y, por mucho que le jodiera, tendría que obedecer la orden de su padre, el líder el clan. Maldijo por lo bajo mientras se metía en la cama. Al menos tenía dos semanas para hacerse a la idea.

A una semana del dichoso encuentro, Chanyeol aún no se había hecho a la idea. Estaba sentado en su puesto de trabajo tras el mostrador de la biblioteca. Era un día tranquilo, pero no es como si la biblioteca fuera la discoteca más famosa de la ciudad. También ayudaba que, aunque fuera el hijo del jefe del clan de lobos más grande de la ciudad, al pasar mucho de las reuniones y demás, pasaba desapercibido y la mayoría de licántropos ni siquiera sabía qué aspecto tenía.

Allí apenas entraba gente, y en sus mejores días, Chanyeol hacía la ficha de préstamos un máximo de cinco veces. Así que el hecho de estar en su trabajo no era precisamente una distracción para lo que sabía que se avecinaba. En un intento de amargarlo aún más, ese día no había entrado nadie para que lo distrajera de su tormento. Gruñó por lo bajo, ordenando por quinta vez en esa semana el listado de libros prestados (un asombroso total de catorce), cuando la puerta de la biblioteca se abrió.

Chanyeol por lo general pasaba y mucho de quien entraba o salía, para eso estaban las cámaras de seguridad, aunque sí que conocía a los habituales. Por eso fue sorprendente el hecho de que el lobo en su interior, normalmente tranquilo e inalterable, le hiciera alzar la vista, curioso por saber quién estaba entrando.

Lo primero que sintió Chanyeol fue algo parecido a un retortijón en el corazón, a la vez que notó cómo el calor invadía su cuerpo. La persona que había entrado era claramente nueva, jamás había entrado allí, estaba seguro. El chico lo miró fijamente por detrás de su pelo plateado, una expresión indescifrable en su cara, antes de girarse sin darle siquiera los buenos días y encaminarse a la sección de misterio y terror.

Chanyeol no pudo despegar los ojos del susodicho. Había comprendido que el chico era un lobo por el aura intimidante que lo rodeaba, al contrario que ocurría en los humanos. Si los instintos de su recién despertado lobo no le fallaban, Chanyeol juraría que era un Omega, aunque por su actitud, el chico no parecía sumiso como la mayoría de los de su clase. Estaba empezando a notar cómo se le acumulaba la sangre incómodamente en su entrepierna y agradeció estar escondido tras una mesa.

Matrimonio Concertado (Chanbaek/Baekyeol)Where stories live. Discover now