H.S.

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Sus suaves labios habían despertado en él un sinfín de emociones.

Pero un gran y único deseo.

Hacerla suya de una vez y para siempre.

El calor de aquel pequeño y femenino cuerpo pegado a él traspasaba las finas vestiduras de Draco, lo quemaba lentamente desde el instante mismo en que su boca ansiosa acarició la suavidad de esos labios carnosos. Como una lengua de fuego el deseo fue apoderándose de él, no podía detenerse, ni quería intentarlo, luchar contra ello no estaba a su alcance, además sabía que perdería y pronto sería evidente.

Pero nada de esto importaba, tenerla entre sus brazos y sentir que no se apartaba sino que lo seguía, que lo sentía, era suficiente motivo para continuar con su entrega.

Porque en ese sublime acto él entregaba su alma.

La blanca y fina mano derecha intentó a acariciar la espalda de Hermione cuando un carraspeo tras ella los extrajo de la burbuja en la que habían flotado tan solo con un beso. Aún sin separarse de su boca Draco pudo ver a una pelirroja embarazada con los brazos cruzados sobre el pecho mirándolos con sorpresa pero divertida.

Recién entonces Hermione reaccionó, abrió los ojos impresionada e intentó apartarse pero Draco fortaleció su abrazo.

-Vaya, vaya... -ironizaba Ginny- gracias a Merlín que no llegué a abrir la puerta sino a estas horas alguien estaría en un serio aprieto.

-Aunque creo que hay alguien que igual está en apuros y lo mejor...tendrá que facilitarnos algunas explicaciones- habló Lavender tras Draco. La joven Sra Weasley había llegado retrasada pero ninguno de los dos lo había notado- con permiso por favor- el rubio sin soltar a Hermione se apartó- el helado está derritiéndose- los miró burlona- hace mucho calor por acá.

-Ya lo creo que sí- acotó Ginny mientras Lavender se paraba a su lado - vamos cuñadita, estamos de más por aquí, hasta la próxima Malfoy y espero que tengas la boca libre para responder- añadió- te esperamos en la cocina Mione, no lo olvides -se burló y entre risitas desaparecieron de la vista de Draco.

-Merlín santo- Hermione logró separarse de él y pudo reaccionar- ¿por qué lo hiciste?- intentaba arreglar su cabellera.

-Tranquila Granger...

-¿pides que me tranquilice? - bufó avergonzada- tocas a mi puerta y me besas sin mediar un motivo...tampoco es que lo necesitas...o sea - su nerviosismo la estaba haciendo actuar de una manera inadecuada dentro de sus cánones- no tienes que besarme las veces que me encuentres...sobre...sobre todo si hace unos días- parecía que las palabras no salían como ella quería y eso estaba desesperándola- uffff...Draco hace unos días estábamos a punto de matarnos, o por lo menos esa era mi inteción... pero tienes una manera de ser tan tú que...

Draco puso el dedo índice sobre sus labios callándola- es el que quería darte la noche del café en el hospital -le explicó- y no pude pues los Granger estaban presentes.

Ella respiró profundamente e intentó hablar pero el dedo de Draco no se apartaba de esa boca que lo provocaba a repetir su hazaña, la castaña levantó una ceja y el rubio entendió permitiéndole responder- pues no debiste...no era necesario.

Demasiado heridaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora