Capítulo I

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— ¡Mueve tu trasero de la silla y ponte algo de ropa decente! —refuño su hermano Mikey, literalmente en su oído. Lo cual fue innecesario puesto que se encontraba junto a él.

— No quiero ir, Mikey —farfulló Gerard por decimoctava vez en el día.

No sabía de donde demonios había sacado la idea de que necesitaba citas, pues no era cierto, estaba bien. Él prefería quedarse en su hogar y concentrarse en sus dibujos en lugar de salir y tener que socializar con personas que no conocía. No le veía lo malo.

— ¡No, tú no vas a negarte a esto! Ray ya ha acordado con su amigo y no pienso decirle que no irás. Me harás quedar en vergüenza —exclamó el de lentes, completamente convencido de que su hermano tenía que salir a una cita. Abrió su armario y comenzó a rebuscar algo de ropa adecuada para tal evento. Hizo una mueca al sentir el potente olor que emanaba de este—, ¿Acaso nunca te pones a limpiar? Vives en un chiquero.

— Yo no le he pedido a Ray tal cosa. No tengo porque ir. Tampoco te he pedido que entres a mi cuarto e irrumpas en mi paz —se defendió el moreno, volviendo su atención al dibujo a medio terminar de Batman. Quizás le hacían falta unos detalles en el rostro y... — ¡Oye! —se quejó cuando Mikey cerró su cuaderno y giró su silla giratoria para obligar a mirarlo.

— ¿Cuándo fue la última vez que has dejado tu cuarto y salido al aire libre? —a Gerard le hubiera gustado saber que responder, pero siendo honesto no lo recordaba— Gerard, necesitas salir y conocer nuevas personas. Hacer amigos o quizás hasta tal vez conseguirte una pareja...

— Yo tengo amigos, no sé lo que dices.

— Ray y yo no contamos.

— ¿Qué? ¡¿Porqué no?! —frunció el ceño.

— Yo soy tu hermano y Ray prácticamente es tu cuñado. La familia no cuenta.

— Patrañas —se cruzó de brazos, molesto. Mikey estaba sugiriendo que no tenía amigos además de Ray y él, lo cual era absurdo— Tengo muchos amigos.

— Nómbrame uno.

— Bueno... Está... Está... ¿Cómo era su nombre? —se preguntó a sí mismo, no lograba recordarlo. Mikey rodó los ojos. Tenía ambas manos sobre su delgada cintura y una expresión molesta, casi parecía una madre enojada regañando a su hijo ermitaño— ¡Bob! ¡Ese es su nombre! Bob es mi amigo.

— Bob es el hijo del carnicero. Solo le hablas cuando mamá te envía a comprar carne. Y le hablas porque tienes que hacerlo para el pedido, del caso contrario no lo harías. Ni siquiera eso.

— Eso es un amigo para mí.

— Gerard —su hermano suspiró y tomó asiento en el borde de su cama, ya no parecía molesto, sino preocupado— Sé que crees que hago esto por qué me gusta torturarte, pero en realidad es todo lo contrario. Quiero que salgas y disfrutes. Tienes veintiún años, no puedes pasarte la vida encerrado en tu cuarto dibujando.

— Pero ya he ido a citas antes —trató inútilmente. Estaba seguro que no lograría librarse de esa situación tan fácil.

— Sí, conmigo y Ray. Y de chaperón amargado, por todos los cielos. ¿Acaso quieres ser una persona amargada que vive toda su vida solo y rodeado de gatos?

— Me gustan los gatos.

— Ese no el punto, Gerard —siseó— Vamos, la pasarás bien. Ray me dijo que su amigo es buena persona.

Gerard chasqueó la lengua, indeciso. Veía que su hermano no lo hacía con mal intención, pero aún así no podía evitar sentiste negativo con respecto a la 'cita' arreglada. Todo aquello que implicase salir, socializar, y gente era repudiado por su persona.

Third Wheel ↠ FrerardWhere stories live. Discover now