LA JUNTA

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Cuando estuve lista, bajé y él estaba exactamente en el mismo lugar donde lo dejé cuando me fui a duchar. Parecía una estatua de mármol, únicamente que sus facciones son rudas como si por alguna razón estuviera enfadado, muy serio para mi gusto. No está de mal ver, cuerpo atlético, bien parecido, más de una suspiraría por él, de eso estoy segura. Jeremy estaba en la cocina, me sorprendió ver a Ruddy con él.

-Hola Rud. –La saludé.

La aludida se levantó de la silla y corrió a abrazarme.

-¿Qué sucede? –Le pregunté notando su preocupación.

-Ya todo el pueblo sabe lo que pasó, debió ser horrible.

Se separa de mí para hacerme una inspección y percatarse que estaba bien, supongo.

-Contenta, ¿Evaluación positiva? –Consulto. Ella sonríe, observo dos marcas de colmillos en su cuello recientes, volví a ver a mi hermano que lo hace de reojo, se alimentó de ella otra vez.

-Veo que tienen una buena relación. –Hago la observación. Ruddy se sonroja y Jey me dedica una mirada asesina, pero le sonrío y le saco la lengua como si fuera una niña.

-Señora Collin, tenemos que irnos. –Me informa Thompson.

-Claro, nos vemos luego. –Me dirijo a la puerta intercambiando una mirada entre mi amiga y Jere que mueve los labios para decirme: "Esta me la pagarás". Cuando era niña Jey me enseñó a leer los labios, y cuando no queríamos que papá se enterara de lo que hablábamos, lo hacíamos de esta forma. ¡Idiota de Jere! Exclamé para mi fuero interno, nos hubiéramos comunicado ayer así y aparte de congelarme quizás evitaríamos que tratasen de raptarme.

Me abrigué bien, parecía un esquimal. Al salir vi un cuatro por cuatro parqueado al frente de la casa. Thompson se apresuró a abrirme la puerta del copiloto. Nos pusimos en camino y él encendió la calefacción, así que procedí a quitarme el gorro, la bufanda, los guantes y el pesado abrigo.

-¿Tienes nombre? –Me le quedé mirando, Thompson es un apellido, en definitiva debía tener un nombre.

Guardo unos segundos silencio para agregar: -Yuri.

-Yuri –Repetí con el ceño fruncido, ¿Qué no era nombre de mujer?

-Es ruso. –Se apresuró a explicar. –En mi país es muy común.

-¿Eres ruso? –Inquirí.

Asintió sin perder la vista en el camino.

-¿Pero tu apellido es Thompson?

-Mi madre era rusa, mi padre norteamericano, si te interesa saber, odio mi nombre, por eso prefiero que me llamen por mi apellido. Sólo Stone sabe cómo me llamo, ahora usted, por lo que le agradezco guardar el secreto.

-Oh claro, aprecio que me lo dijeras. –Sonrío.

-Lo hice porque de lo contrario, igual le preguntarías a Stone y él terminaría diciéndote, así que. –Se encoge de hombros.

-¿Hace cuánto conoces a Draggon? ¿Cómo se conocieron? –Sabía que era de mala educación hacer tantas preguntas a un extraño, pero sentía mucha curiosidad por este hombre.

-Hace alrededor de cincuenta años, él me ayudó, le prometí que si alguna vez requería mis servicios me buscara y llegó el momento de devolver el favor.

-Ah sí. –La conversación se tornaba interesante.

Thompson me vio con el rabillo del ojo, sonrió para sí mismo, quizás en conocimiento que no se libraría de mi interrogatorio tan fácilmente y anticipando mi próxima pregunta comenzó a hablar.

El Rey Vampiro (Editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora