Capítulo 2: Hora de hacer planes.

2.4K 196 4
                                    

Andrew.

Es inevitable no sentirme culpable cuando veo los ojos hinchados de Margareth, es inevitable no querer apretar algún botón para volver al día en que sin querer casi golpeé a Candace con mi bicicleta, para decirle "¡Por cierto! Yo maté a tu padre pero no fue intencional. Espero que lo comprendas". Quizás eso hubiese evitado que ella se enamorara de mí y hubiese logrado mi única e importante misión: protegerla.

Es increíble como traté a capa y espada lograr mantenerla alejada, hoy veo atrás y me doy cuenta lo estúpido que fui. Quería evitar que ella terminara enamorada de mí pero nunca me preocupé en evitar que yo me enamorara de ella, quizás ese fue el error.

Otra cosa que es inevitable es querer y desear que Thomas estuviera aquí, para al menos escucharlo repetir "te lo dije" una y otra vez. Es increíble lo mucho que extrañamos a una persona cuando no está con nosotros; nunca me preocupé por decirle a Thomas lo mucho que apreciaba su amistad y su apoyo incondicional.

Una vez más arrastro la cobija de encima de mi cuerpo y me siento en la cama. Este día se había ido en un suspiro, luego de hablar con Margareth yo la había dejado con Candace y luego había ido a hablar con Frederic sobre qué se sabía de Celarium, y el resto del día lo había pasado ayudando en cualquier cosa, pero mi mente estuvo divagando. Cuando cayó la noche yo apenas había tomado un par de horas de sueño y ahora me encontraba aquí. Me levanté de la cama y salí de la habitación en silencio, bajé los escalones y como lo esperé la luz de la cocina estaba encendida; sabía que la encontraría allí, esta vez ella estaba sentada de frente con la vista en la puerta como si me esperara.

—Hay té en aquel recipiente —dijo bajito con la taza en su boca. Señaló y luego volvió su atención al mismo. Asentí y caminé con cautela pasando a su lado.

—Gracias —dije sirviendo mi té en una taza color blanco, eché un poco de miel en el mismo y tomé una cucharilla para mezclarlo. Caminé nuevamente y la observé antes de sentarme, necesitaba saber si ella estaba de acuerdo con ello. Ella me dio un asentimiento.

Es increíble. Su mirada estaba en mí, como siempre lo había hecho, pero sentía que ella realmente no estaba viéndome. Era Candace, la chica pelirroja con su cabello recogido de manera despreocupada, sus pecas seguían, pero su sonrisa no estaba; no se sentía como mi fresita.

—Candace —Comencé—, no sabes cómo lo siento.

—No te confundas —dijo sin ningún sentimiento—, hago esto por Thomas y Margareth; ella necesita apoyo y él necesita ser encontrado. No necesitan drama por un estúpido rompimiento. ¿Cuál  es tu plan, Andrew?

Me costó tres segundos recuperarme de sus palabras.
Quien me diga que las palabras no duelen como dagas de acero, es porque seguramente no ha estado enamorado.

—Aún no lo sé. No sé dónde buscar, ni tampoco sé a dónde ir.

— ¿Qué haremos entonces? —dijo con su mirada clavada en mí.

—Me quieren a mí, me entregaré si prometen dejarlos en paz. 

—Nos quieren a ambos. Y a todos los Celerium. ¿Crees que esa es una buena solución? Nos entregaremos y todo será igual, tenemos que decir todo lo que hemos logrado descubrir, lo del vínculo y toda esa mierda —Aseguró con decisión.

— ¿A quién le diremos si nuestro principal enemigo es el presidente y mayor autoridad de Celarium?

Ella guardó silencio, sabía que no había solución.

—A las personas si es necesario.

—Aunque esto suene estúpido, lo primero que quiero es conseguir a Thomas. Necesito normalidad dentro de este caos.

Celerium © [Celarium II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora