Para James Potter, Lily Evans era solo una chica lista, sabelotodo, que siempre creía tener la razón. Desde sus primeros años en Hogwarts, a James le encantaba verla molesta. Pero, a finales de su quinto año, él se da cuenta de que está completament...
-¿Puedes callarte, Potter? - le dije perdiendo casi por completo la paciencia.
-Me callaré cuando aceptar salir conmigo- dijo guiñando un ojo.
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-Entonces prepárate: no podrás parar de hablar, porque yo jamás saldré contigo.
Esperé la respuesta de Potter, pero no hubo; solo se limitó a bajar su mirada a su plato.
Estuve a punto de decir algo, pero el Director Dumbledore se paró de su asiento, se dirigió a los alumnos y empezó con el discurso de todos los años, que consistía en empezar con la bienvenida a los alumnos de primero, luego el sombrero seleccionador les elegiría su casa para después dar comienzo a la cena y poder irnos a nuestras respectivas salas comunes.
Al finalizar la cena, acompañé a Remus a dejar a los de primero en la Sala Común. Cuando terminamos, subí a la habitación que comparto con Marlene y Alice, pero al entrar me encontré a las chicas teniendo una fuerte discusión.
-¿Qué esta pasando aquí? - pregunté con voz fuerte, ya que recién cuando lo hice, se dieron cuenta de mi presencia.
Alice se echó a llorar melancólicamente, mientras Marlene, cruzada de brazos, se resistía por ir a consolarla. Me acerqué a Alice para abrazarla. Ella estaba sentada en una de las camas, me senté y en seguida ella me abrazó.
*Narra James*
Estaba simplemente devastado. Todas mis esperanzas se habían esfumado.
-¿Y a ti qué te pasa? - me preguntó Sirius.
-Nada...
-¿Seguro?
-La verdad es que si me pasa algo...
-¿Tiene que ver con Lily?
-¿Como lo supiste?
-Por que te conozco, y tengo claro que cualquier cosa que Lily diga o haga, puede hacer que tu estado anímico cambie - dijo Sirius con seguridad - ¿Es por qué dijo que jamás saldría contigo?
-Por supuesto que es por eso.
-James, ella no lo decía en serio. Ya vas a ver como un día de estos acepta salir contigo.
-Ella me odia- dije con tristeza.
-Claro que no, lo que pasa es que siempre está a la defensiva, y lo único que debes hacer para que eso cambie es demostrándole que de verdad la quieres -me animó Sirius, poniendo su mano en mi hombro.
-Lo se, y haré hasta lo imposible para que entienda que la amo.
-Así se habla - dijo Sirius revolviendo mi cabello.
Sirius podía ser muchas cosas; engreído, un poco mujeriego, flojo y distraído, pero cuando se trataba de animar y ayudar a sus amigos, siempre estaba con ellos. Por eso y más lo considero mi mejor amigo, casi como un hermano.
Estábamos entrando a la Sala Común. Cuando ingresamos, solo había una persona sentada frente a la chimenea leyendo un libro.
-¿No es un poco tarde para qué estés aquí? - pregunté, haciéndome el chistoso.
- Mi horario de dormir no es tu problema - contestó después de un suspiro.
