Dolor (II)

3.4K 410 136
                                    

Guillermo se encontraba envuelto en mis brazos, acababa de quedarse dormido. Hacía mucho tiempo que no dormía así, llevábamos algo de tiempo distanciados; por suerte eso había quedado en el pasado. Todo estaba como debía estar, o debía. A Willy le pasaba algo, lo conocía demasiado bien como para no notarlo, en cambio él seguía diciendo que no pasaba nada.

No confía en mí.

No me gustaba que mi novio no me contara las cosas, se suponía que una pareja debía tener confianza y contarse los problemas para poder solucionarlo juntos. Era un egoísta, yo me desvivía por cumplir todos y cada uno de sus caprichos. Vamos, que me fui a vivir a un país en el que no dominaba el idioma solo porque me lo había pedido, y en cambio él no podía tenerme ni un mínimo de confianza. ¿Qué sacrificios había hecho por mí? Ninguno, ni uno solo, y aun así lo seguía queriendo.

Si algo le pasaba, por mínimo que fuera, me importaba. Si alguien le había hecho algo debía decírmelo, porque no permitiría que eso volviera a pasar. Si cualquiera era el culpable de su tristeza, yo me encargaría de ello.

Sin darme cuenta apreté el agarre y Willy se removió un poco entre sueños en mis brazos, intentado conseguir espacio. Sin dudar lo solté un poco, pero aún con mis brazos tomándolo, y deposité un casto beso en su nuca, velando por sus sueños. Daba igual cuán histérico me pusiera, daba igual que tuviera que cumplir sus caprichos de niño, daba igual que tuviera que reprimirle por intentar parar a alguien haciendo autostop pudiendo morir por ello —algunos me tacharían de sobreprotector, pero ese era un peligro real—, todo eso daba igual si con ello permanecía a mi lado.

He de reconocer que hace unos meses no estábamos en nuestro mejor momento, nos habíamos distanciado, pero no era culpa mía. Él se empeñó en dejar de mantener nuestra relación en secreto, ¿cómo podía pedirme eso sabiendo lo que significaba? Ya nos insultaban bastante, no podía permitir que nos insultaran más. No lo soportaría. Ni mi chico tampoco.

Parecerá mentira, pero a mí esas cosas me afectaban bastante. Con Ismael pasaron cosas, muchas cosas que nunca admitiría, ni a los subs, ni a Guille, ni a nadie. Y no iba a dejar que se repitieran por segunda vez. Así estábamos bien.

Aunque al parecer era el único que lo pensaba. Por mucho que Willy haya aceptado estar así estoy seguro de que no comparte mi opinión, pero lo hago por su bien, para protegerlo. De este modo era feliz, conmigo.

O eso creía yo.

Oí mi móvil sonar con una notificación de un mensaje. Me levanté de la cama, intentando no incomodar a mi compañero que dormía plácidamente, cogí el móvil y me marché al salón dejándolo dormir tranquilo.

Era Luzu.

«¿Has averiguado que le pasa a Willfred?», me había escrito.

«Me dice que no le pasaba nada. No lo entiendo, no entiendo por qué me miente», contesté, aparte, poniendo un emoticono de la cara decepcionada.

Luzu está escribiendo...

Esa cara reflejaba todo lo que pensaba. Estaba decepcionado. De que no confiara en mí, de que no quisiera decírmelo, de que pensara que no era necesario contármelo. A mí me daría lo mismo, aunque fuera una estupidez, me daría igual escucharla si venía de él.

«Igual es que de verdad no le pasa nada y te lo estás imaginando»

¿Imaginándomelo? Oh, eso era imposible, ojalá fuera así. Porque yo lo conocía, cada una de sus manías, cada gesto, cada mirada, sabía todo lo que significaba cada una de sus facetas, caras y movimientos. Y cada una, sin excepción, las amaba.

«Me está ocultando algo», escribí minutos después.

«¿Te has parado a pensar que es por lo de hace unos meses?»

¿Cómo?

Muchas imágenes se me vinieron a la cabeza: Una discusión con Guillermo, algún que otro empujón, él llorando y yo marchándome a España y no volviéndolo a ver hasta el Club Media Fest.

Podría ser, sería lógico... No, eso ya estaba arreglado, no importaba ya. El tema estaba zanjado, nos habíamos pedido perdón y Willy había quedado en que no me lo volvería a pedir. Es imposible que sea por eso.

«No lo creo», puse rápidamente.

«Por cierto, nunca nos dijisteis a que se debió la discusión»

Ya no contesté, dejé el móvil en la mesa del salón y me llevé una mano al cabello alborotándolo un poco. No quería hablar más del tema, no lo había terminado para volver a empezar con el mismo cuento.

Miré el reloj, ya era muy tarde, tendría que despertar a mi novio o sino acabaría echándome la culpa a mí solo porque él era una marmota que no había quien lo despertara.

Al llegar a la habitación lo vi un poco agitado, hiperventilando y sudando. Me acerqué rápidamente y me senté a su lado poniéndole mi mano en su hombro. Me di cuenta de algo: estaba llorando.

—Eh, Willy —intenté despertarlo en vano.

Una lagrima recorrió su abultada mejilla, se la sequé con mi pulgar dejando la palma de mi mano en su rostro.

—Samuel... —me llamó en un sollozo sorprendiéndome—, lo siento. No me dejes.

Me quedé pensativo durante unos momentos mirando el rostro lagrimoso de mi compañero que no se calmaba. Estaría teniendo una pesadilla en la que hacía algo y yo me enfadaba. Sonreí con ternura; a veces era un tonto.

Lo abracé como pude y le di un beso en la mejilla manchando mis labios de agua salada que la recorrían anteriormente. Eso pareció calmarlo un poco.

—No hay nada que puedas hacer que me haga dejarte —susurré en su oído—. Mételo en la cabeza, nunca te librarás de mí.

Como por arte de magia, dejó de llorar y en su rostro se formó una pequeña pero distinguible sonrisa.

Dolor || Wigetta Where stories live. Discover now