Un "pequeño" castigo

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Ambos volvieron a clase. Ya estaban todos dentro. Como Adrien no quería estar cerca de Marinette ni de Chloe, se sentó al fondo al lado de Nath, sin ni siquiera decirle nada a Nino.

–¿Qué estás haciendo aquí? –preguntó sin muchos ánimos.

–¿No es evidente? ¡Alejarme de ese par de perras molestosas!

–Ah. Pues vale.

La profesora, llamada Caline Bustier, vino y se extrañó al no ver a Adrien sentado con Nino. Durante la clase, Nath estaba totalmente atento (ya que Literatura francesa era una de las pocas asignaturas que le interesaban), al contrario que Adrien, que debido a que apoyó la cabeza sobre una de sus manos, quedándose dormido, su cabeza resbaló, dándose un golpe contra la mesa (puede que también influyera un poco el no haber podido dormir en toda la noche, a causa de su depresión por el rechazo de Ladybug)

–¡AAAY!

–¿Algún problema Adrien? –preguntó la profesora.

Casi toda la clase se estaba riendo, a excepción de Marinette, Chloe y Nathaniel.

–No. Nada.

–Ah vale, porque sino te interesa la clase, siempre puedes optar por irte.

–¡No! ¡No es eso! –dijo nervioso–. No pude dormir anoche...

–Oh... Pobrecito... ¿Qué te ocurrió?

–Cosas personales...

–Entiendo. Bueno, pues en ese caso si puedes dormirte... Pero solo esta vez.

–Muchas gracias.

–De nada –sonrió.

–Tiene más derechos por ser famoso... Qué asco. Si hubiese sido yo, ya me habrían echado de la clase y me habrían mandando al despacho del director... –se dijo Nathaniel a sí mismo, en voz baja.

Adrien lo escuchó, cuando estaba a punto de dormirse, pero simplemente lo ignoró y siguió como si nada.

Al terminar todas las demás clases era la hora del recreo. Los otros profes también le había dejado dormirse, ya que la srta Bustier informó al maestro de la siguiente hora y este hizo lo mismo con el siguiente. Nath estaba dispuesto a irse, dejándolo ahí, pero antes de eso se despertó.

–¿A dónde te crees que vas?

–Al recreo.

Adrien se levantó lentamente y se acercó a él.

–Me da a mí que no.

–Yo puedo hacer lo que quiera.

Se empezó a reír al recibir tal respuesta.

–Vale. Está bien. Vete. Pero antes me gustaría decirte algo...

–¿Qué?

–Al terminar el insti, vente conmigo y súbete a mi limusina.

–¿Y por qué tengo que hacer eso?

–Por tu propio bien, sino quieres acabar siendo odiado por todos en el instituto –lo amenazó. Sabía de sobra cuál era el temor de Nathaniel y cómo podía usarlo para que hiciese lo que quisiera.

–Está bien –dijo bastante enojado, apretando sus puños con fuerza–. Si es lo que el señorito Agreste desea, iré. –empleó un tono borde y a la vez sarcástico.

–Así me gusta, sabía que nos llegaríamos a entender –sonrió con vacile.

Sin volver a darle una respuesta, se fue, aún cabreado.

Un gran capricho(ESTÁ SIENDO EDITADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora