Cuando ya se hacía tarde para regresar a casa, me disculpé y agradecí por el delicioso café. Ese chico había hecho una agradable tarde en mi rutinaria vida.

Al llegar a mi apartamento, recordé que había olvidado algo muy importante en la biblioteca: mi móvil. ¿Cómo podía ser así de despistado?

Los siguientes días fueron exactamente iguales a los anteriores. Lo único que cambiaba, era la ropa interior que usaba, porque incluso los pantalones, la camiseta y la sudadera, debían ser las mismas (y por ello perdía gran parte de mi tiempo en lavar, aunque esa gran máquina hiciera el trabajo por mí. ¡Pero es que secar la ropa era lo más tedioso del universo! Gracias a Dios tengo una secadora ahora).

Pero entonces, un día viernes, él regresó cuando yo estaba a punto de salir a mi hora de almuerzo. Parecía agitado. Jadeaba como un perro sediento luego de perseguir ocho cuadras las ruedas de una bicicleta. Le pregunté si se sentía bien, a lo que él respondió que los resultados de su examen final habían sido tan exitosos que podría estudiar Astronomía sin problemas. Sí, él corrió hasta allí sólo para contarme aquello. Entonces, para celebrar, lo invité a comer a un restaurante de comida rápida cerca de la biblioteca.

Conversamos como si nos conociéramos de toda la vida, pero sólo era la segunda vez que compartíamos historias acerca de nosotros.

Intercambiamos números, porque si nuevamente llegaba de esa forma a mi lugar de trabajo, seguramente mi jefe me regañaría...»

Seungcheol parecía sonreír como un idiota. Sabía cómo continuaba la historia, pero deseaba leerlo, porque así sería la única forma de percatarse que aquello que estaba viviendo no era un sueño, sino algo real.

«... Recuerdo el día en el que lo acompañé a uno de sus partidos de baloncesto. Él jugaba de alero, uno de los puestos más importantes del equipo. Se movía con velocidad, con eficacia, con audacia; y justo en los últimos segundos, un tiro de tres puntos por parte de Seungcheol concluyó con la victoria de su equipo.

Fue ese día en el que comenzó a parecerme bastante guapo. Sus ojos brillaban de entusiasmo, su sonrisa resplandecíó más que nunca y su cabello bailó cuando corrió a través de todo el lugar, celebrando su último perfecto tiro desde casi la mitad de la cancha. Y entonces, su mirada se cruzó con la mía. No podría describir cómo me sentí en aquel momento; era un revoltijo de sentimientos encontrados.

Decidí que yo también debía hacer algo por mi vida, ser tan feliz como lo era Seungcheol al hablar de cosmología o al jugar baloncesto. Fue en aquel tiempo cuando descubrí que me encantaba dibujar y hacer cuadros con distintas técnicas de pintura en tela.

Renuncié a mi trabajo en la biblioteca y dediqué mi tiempo a estudiar lo suficiente para ingresar a una academia de arte...»

Seungcheol detuvo su lectura y tragó grueso, haciendo subir y bajar su nuez de Adán. Sus ojos se habían desviado inconscientemente hacia las líneas que continuaban más abajo, aquellas líneas que no deseaba leer, pero que sin embargo continuaban llamando su atención.

«... Cuando fui aceptado, él visitó mi apartamento. Celebramos mi ingreso comiendo bocadillos y bebiendo algunas cervezas.

Conversando acerca de cosas triviales, él me besó por primera vez. Un pequeño beso, corto y casto; una cordial invitación a suaves caricias y una segunda ronda de besos más acalorados...»

The Diary | JeongCheol [Completa]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora