Capítulo 2

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Ya llevaba dos semanas trabajando en la comisaría y las cosas cada vez iban a mejor, me llevaba mucho mejor con Vanesa y ya no metía la pata cada vez que abría la boca.

Esa mañana me despertó el sonido de mi móvil "Malú, de verdad, lo siento mucho, fue un error, estaba borracho y no sabía lo que hacía, déjame quedar contigo y te lo explico"

No había peor manera de empezar un lunes, mi ex haciéndome recordar todo el dolor que me había hecho pasar.

Me metí en la ducha para despejarme y a pesar de que eran las 6:30 de la mañana me puse a cantar a pleno pulmón, pues si había algo que realmente siempre me hacía sentir bien era la música.

Llegué a la comisaría justa de tiempo y para compensar, con dos cafés en las manos, uno para mi y otro para Vanesa. 

-Espero que tengas una buena excusa srta. Sánchez-me dijo duramente.

-Eh.... te he traído café.

Se giró para mirarme sonriendo y me cogió el café.

-Venga vámonos, tenemos que ir a una casa ha interrogar a dos padres, pues el instituto ha denunciado que su hijo siempre llega al instituto con heridas de diversos ámbitos y realmente es sospechoso, podría ser un claro caso de maltrato.

-¿Y piensan que son los padres?

-Sí, eso creen, porque en el instituto no es, y según sus amigos solo sale de casa para ir a clase.

-¿Cómo unos padres pueden abusar de su propio hijo?

-Te sorprendería lo que la gente es capaz de hacer-dijo con una mirada sombría.

Decidí dejar de hablar durante el resto del trayecto, parecía que Vanesa había dejado de sentirse cómoda.

Llamamos a la puerta y nos recibió una señora de unos 50 años.

-¿Sí?

-Hola, buenas tardes, somos dos agentes de policía y estamos aquí para hablar con su hijo y con ustedes, sus padres.

-¿Por qué? ¿Qué pasa?

-Eso es lo que queremos averiguar.

-Está bien, pasen.

Pasamos al interior de la casa y nos sentaron en el salón en un par de sillas mientras que ambos padres y el niño se sentaron en el sofá en frente nuestro.

-Bueno a qué se debe esta visita-preguntó el padre con un ligero tono de irritabilidad en la voz.

-Es respecto a su hijo, queríamos preguntarles que qué hace cuando no está en el instituto.

-Nada, es un vago que no hace nada y se pega el día metido en su habitación-contestó.

Vanesa y yo nos miramos, era extrañamente raro que denotase ese desprecio hacia su hijo.

-Bueno pues entonces querríamos saber cómo se hace esas heridas que siempre lleva con forma de moretones-dije.

-Seguramente se lo hará alguien de su instituto, a ver si así aprende.

-¿Aprende a qué, señor?- Pregunté levantando la voz, a lo que Vanesa me miró diciéndome claramente que me controlase.

Miró a su mujer y luego nos miró de nuevo a nosotras y con una mirada de desprecio continuó:

-A ser normal

-¿Puede especificar un poco más?

-A que deje de ser un maricón.

No me podía creer lo que aquel hombre estaba diciendo. Cómo podía no apoyar a su hijo simplemente por el hecho de que no fuera heterosexual.

-Entonces, me está diciendo que le pegan en el colegio y no en casa-dijo Vanesa desafiante

-¿No estará sugiriendo señorita que abusamos de nuestro propio hijo?

-¿Por qué me contesta con otra pregunta señor López? Quiero hablar con su hijo a solas, ¿por qué no nos enseñas tu habitación Adrián?-le dijo Vanesa al chico.

Seguimos al chaval hasta su habitación y cerramos la puerta tras nosotras. El chico se sentó en la cama y yo me senté a su lado. Sin embargo Vanesa se apoyó en la mesa que había en frente a la cama.

-¿Cómo te has hecho ese moretón que llevas en la mejilla?

-Me choqué contra el marco de la puerta-contestó mirando al suelo.

-Vaya, pues a mi me parece que tiene forma de puño-dije. Me miró un segundo y devolvió la mirada al suelo.

-Mira, sabemos que tus amigos no te harían eso, y en el instituto no te ha pasado nada. Sabemos que han sido tus padres, pero te necesitamos a ti para demostrarlo- susurró Vanesa. 

-¿Tus padres te pegan Adrián?-le susurré yo esta vez.

-No voy a decir nada en contra de mis padres.

-Qué quieres, ¿qué sigan estos malos tratos hasta que tengas el valor de irte de casa, o que sigan hasta el día que acabes en un ataúd?

-¡No es tan fácil joder! ¡Son mis padres!-gritó casi llorando.

-Nunca he dicho que fuese fácil-dijo amablemente Vanesa.

-Vosotras no lo entendéis-susurró Adrián.

-Sí que lo entiendo-Vanesa se sentó en la silla del escritorio y suspiró. Cogió la mano del chico, le hizo mirarle a los ojos y continuó- cuando yo tenía más o menos tu edad comencé a salir con una chica. Un día íbamos por la calle cogidas de la mano y nos besamos; cuando nos separamos vi la cara de mi madre mirándome con tanto asco que no me atrevía ni a devolverle la mirada. 

Miré a Vanesa, con compasión, y aunque yo intentaba animarle con mi mirada ella me rehuía.

-Cuando llegué a casa me esperaban mis padres en la puerta, entonces empezaron los gritos, las peleas, y los golpes. Me querían quitar la homosexualidad a golpes- rió amargamente- pero hubo un día que no lo soporté más y me fui de casa, me fui de mi ciudad y empecé una vida nueva. Y ¿sabes de lo que más me arrepiento? De no haberles denunciado y dejar que hayan seguido viviendo como si nada después de haber destrozado mi vida. 

Se levantó de la silla y apuntó algo en un papel.

-Sé que ahora necesitas pensar, así que ahí te dejo mi número. Llámame cuando lo necesites, estaré ahí.

Salimos de la casa y nos dirigimos al coche en silencio. Quería reconfortarla pero realmente no sabía cómo. 

-Vanesa, conduzco yo-dije, pues Vanesa tenía la mirada borrosa y se podría echar a llorar en cualquier momento. 

Ella en silencio asintió y se dirigió hacia el asiento del copiloto. Se sentó y clavó su mirada en el suelo. Arranqué el coche pero volví a apagarlo al momento. Le cogí la mano y comenzó a llorar.



Bueno aquí tenéis el segundo capítulo, espero que os guste:)

Dicen que el amor es suficiente //Valú//Where stories live. Discover now