—No es nada de qué preocuparse, Louis.— dice cauteloso, midiendo mi expresión.

—Por supuesto que no.—añado sarcástico.— A no ser que, de pronto, un gato pasó por tus piernas.— frunzo más el ceño.— y te hizo esos arañazos. No hay, definitivamente, nada de qué preocuparse.

Harry se coloca nervioso, de una manera en la que nunca lo he visto, pasa sus manos desesperadamente por su cabello jalándolo un poco hacia arriba, me da una mirada de derrota caminando hasta la cama y se sienta colocando su cabeza entre sus manos.

Me acerco inmediatamente, acortando la distancia con dos grandes zancadas. Coloco mis rodillas en el suelo quedando en una posición bastante comprometedora entre sus piernas. Él no me mira, pero yo sí. Con cuidado, levanto su bóxers lentamente, entonces él levanta la vista clavando sus ojos en mi. Se torna rosado y luego rojo, por la vergüenza o bien, por la manera en la que estamos.

Paso las yemas de mis dedos suavemente por las heridas nuevas, sintiendo de repente demasiado culpable por no haberlas visto. ¿Cómo puedo ser tan estúpido?, pensé que conocía a Harry como la palma de mi mano, al revéz y al derecho. Por amor al cielo, ¡He dormido con él, alrededor de tres meses!, ¿cómo demonios no me di cuenta de eso antes?. Suspiro frunciendo el ceño e intento calmarme.

—¿Me explicarás qué te has hecho?.— pregunto mirándolo con una ceja alzada. El color de su cara sigue ahí, aún rojo, pero niega con la cabeza cerrando los ojos.

Se recuesta de espalda a la cama.

Pienso en algo rápido para poder sacarle información, pero sus piernas y mi posición me distraen. No recuerdo haberle dado a mi cerebro la señal de moverse, pero ahora me encuentro besando las cicatrices del muslo de Harry, subiendo por su pelvis a su abdómen, pasando por su pecho, delineando los tatuajes con la yema de mis dedos. Él me mira, de repente, con los ojos muy abiertos, talvés no esperaba que yo hiciera eso. Talvés, él esperaba que estuviera enfadado y aunque lo estoy, no quiero demostrarlo.

Me coloco a horcajadas sobre él. Entrelazo mis dedos con los suyos mientras acerco mis labios a su mejilla. Deposito pequeños besos allí, pasando por la nariz, por su frente, sus ojos, su mentón. Harry cierra los ojos con su boca semi abierta, respira entre jadeos, me muevo deliberadamente intentando agarrar un posición que me deje más cerca de sus labios y no sea tan incómoda. Pero no me doy cuenta de que estoy entre su pelvis y sus muslos. Justo ahí. Él suelta un gemido ahogado.

—Louis.— susurra.

No espero mucho, en realidad. Acerco mis labios a los suyos y dejo que Harry haga lo que quiera con ellos. No se supone que deba estar haciendo esto, debería estar preguntándole el por qué de su daño a hacia él mismo, pero sus labios son tan suaves, tiernos y aditivos, que empujan todo pensamiento racional de mi cabeza. Aún así, me las ingenio para poder preguntarle de nuevo. Él me mira, sus ojos dolidos. Se me encoge el corazón. Pero, a pesar de eso, gira sobre nosotros. Ahora yo quedo abajo.

—Louis.— suspira. Su cabello cae por mi cara. Sus rizos desordenados haciéndome cosquillas.— sólo déjalo.

Pero no quiero dejarlo. No me daré por vencido con respecto a eso. Es importante.

—No puedo ayudarte si no me dices.— hago un puchero.

—¿Qué tal si no quiero ser ayudado?.— pregunta sosteniendo mis manos por mi cabeza.

—No seas ridículo.— reclamo.— todo el mundo quiere ser ayudado de alguna forma.

Él se toma su tiempo para contestar. Me mira, pasando sus ojos por mi nariz, mis cejas, mis labios deteniéndose ahí más de la necesario; siento que me sonrojo. Entonces él coloca su cabeza cerca de mi oído, apoyándose. Al parecer se decidió por hablar.

Stubborn Love.  [Larry Stylinson]Where stories live. Discover now