15. "Gabrielle"

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— ¡Miguel, el Arcángel justiciero ha hablado! —Exclama ella, con ironía—, ¡el que juzga y deshecha lo impuro lejos del Cielo! —Niega con la cabeza—. Haznos un favor a todos y deja de interponerte en asuntos que ni siquiera son de tu incumbencia. Entrégame a la chica.

— ¡Oh!, ¡claro! —Mikhail se burla—, ¿te la envuelvo para llevar?

—No cambias, ¿no es cierto? —Suelta un suspiro cargado de pesadez—. Nunca vas a dejar de ser ese idiota que no puede tomarse nada en serio.

Casi puedo dibujar la sonrisa arrogante en el rostro de Mikhail cuando se encoje de hombros.

—Hierba mala nunca muere, amor —dice—. Lo sé porque tú tampoco has dejado de ser una jodida estatua.

— ¿Se supone que eso es un insulto?

—Para nada, Gabe —la voz de Mikhail suena pretenciosa y divertida—. Sólo estoy puntualizando un hecho.

—Entrégamela, Miguel.

—No me llames así —escupe, pero ella ni siquiera se inmuta.

—No voy a repetirlo una vez más. Apártate de mi camino. Debo llevármela de aquí.

— ¿Cómo te lo digo, Gabrielle?... —Mikhail da un paso hacia enfrente, mientras que coloca un dedo en su barbilla, como quien hace ademán de estar pensando algo detalladamente—. ¿Cómo te lo explico para que lo entiendas?... —Gira su cuello con lentitud y separa las piernas para colocarse en una posición amedrentadora y hostil—. Vas a llevártela sobre mi puto cadáver.


Las cejas de Gabrielle se alzan, pero sigue luciendo aburrida hasta la mierda.

—No tengo intención alguna de pelear contigo.

— ¿Por qué?, ¿me tienes miedo?

Ella suspira con irritación.

—No te tengo miedo, Miguel. Sólo trato de evitarnos un mal momento. Puedes redimirte un poco si nos la entregas.

— ¿Y a mí de qué me sirve redimirme ante un montón de ególatras arrogantes?, la chica se queda justo donde está y se acabó.

—No me obligues a hacerte daño —ella advierte, pero el destello asustado en su mirada me saca de balance.

Mi ceño se frunce ligeramente, en confusión. No se supone que deba lucir asustada. No cuando es el Arcángel Gabrielle.


—Quiero ver cómo lo intentas —el tono que Mikhail utiliza suena jovial y frío al mismo tiempo.

En ese momento, a chica se coloca en posición de batalla pero, de pronto, algo se acciona dentro de mi cerebro—: ¡Diablos, no!, ¡aquí dentro no!, ¡Dahlia va a matarme!

Mikhail me mira por encima del hombro y su expresión casi me hace reír a carcajadas.

— ¿Me estás jodiendo? —Dice, con una sonrisa irritada pintada en el rostro—, ¿tienes a un demonio de Primera Jerarquía y a un Arcángel a punto de pelear delante de ti y en lo único que puedes pensar es en no arruinar el apartamento de tu tía?

Hago una mueca.

—Si tiran el apartamento, ¿cómo voy a explicárselo?, suficiente tengo con la ventana destrozada —digo, medio horrorizada.

Una risa corta brota de los labios de Mikhail y niega con la cabeza.

—No puedo creerlo —masculla y vuelve su vista hacia Gabrielle, quien aún luce a la defensiva—. Parece que Bonita no quiere que peleemos aquí, así que, o nos largamos a otro lugar, o te marchas y hago como que no estuvimos frente a frente.

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