XV

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La ansiedad volvía a atacarlo.

No dejaba de maldecir a Luhan por su mente aunque sabía y admitía que la culpa era suya, pero todo había estado reduciéndose cada vez más a él.

Después de la escandalosa fiesta del sábado no había vuelto a verlo. El lunes llegó en un parpadeo y en lugar de trabajar quiso encerrarse en su casa y no volver a salir nunca más. Luego de lo que hizo, ¿cómo debería reaccionar al verlo? ¿Qué debería decirle? Luhan todavía no había llegado y ya estaba intranquilo a morir. Siempre había sido bueno controlando sus emociones, ahora sólo escapar y desaparecer.

Y a pesar de todo, no se arrepentía de haberlo besado. Cuando recordaba la sensación de sus labios suaves con gusto a frutilla y su aroma distintivo rodeándolo por todas partes, simplemente no podía endurecerse y fingir que había sido nada. Había sido impulsivo y poco precavido, en eso sí se reprochaba. Cuando se calmó y su cabeza se enfrió se llenó de preguntas por todas partes, ¿qué pasaría ahora? Dudaba poder continuar con normalidad, lo hecho estaba hecho y no olvidaría lo que sintió, pero lo más importante era: ¿qué pasaba con Luhan? Había estado muy borracho, la posibilidad de que no recordara era factible, pero ¿y si no?

-Mierda, mierda, mierda.- Chirrió los dientes y golpeteó los dedos contra la madera de la mesa de la recepción.

Luhan entró y al instante todos los empleados que pasaban por ahí y los que no, se acercaron para hacerle una formal reverencia de bienvenida como era rutinario. Él les sonrió con incomodidad mientras les devolvía el saludo con varias venias en lo que desabotonaba su abrigo. Sehun lo miró atontado... ¿Siempre había sido así de deslumbrante? Se encaminaba hacia donde estaba y sus sentidos se pusieron en alerta, miró hacia todos lados como un animal arrinconado y, al final, lo único que pudo hacer fue lo último que se imaginó haciendo: escapar.

Salió corriendo como un idiota. Y se odió por ello, muy fuerte.

El resto del día lo observó de lejos, cumpliendo con el trabajo, pero sin poder sacarlo de su mente ni un segundo. Para su suerte, sus actividades no los cruzaron y Luhan no le prestó atención ni demostró intenciones claras de hablarle. Tenía bastantes cosas de las cuales ocuparse y realizó todo con aquella sonrisa dulce que siempre llevaba en sus labios.

Bajó la guardia cuando se tomó algunos minutos de descanso, fue entonces cuando apenas logró percibirlo cerca, pero ya era tarde para huir.

-¿Sehunnie?

-Ay, Dios.- Susurró con todo los músculos agarrotados, cuando lo encaró sin embargo procuró ser como siempre.

Luhan le sonrió de la forma más tierna posible. -No nos cruzamos hoy.

-Ah, n-no, mucho trabajo.

-No debería haber faltado tantos días.- Se quejó el otro con una risita torpe. -Ahora tengo demasiado que hacer.

-Sí...- Lo miró con los párpados entornados, ¿hyung siempre había tenido las pestañas tan largas?

-Yan Yan podría ayudar, pero no hace más que holgazanear.

-Ya veo.- Y su cabello lucía tan suave. ¿Sería raro si ahora estiraba una mano y enredaba sus dedos allí?

Luhan aclaró la garganta. -Quería pedirte perdón.- Hizo una modesta reverencia.

Sehun reaccionó. -¿Ah?

Luhan habló con tranquilidad. -La noche del sábado fui... inapropiado. Me da mucha vergüenza que hayas tenido que cuidar de mí de esa manera.

Estaba sin palabras y con la garganta seca. Se fregó la nuca al desviar la mirada. -No es problema, hyung, pero la próxima vez deberías controlarte mejor.

Arrebol (HunHan)Where stories live. Discover now